Capitán Phillips

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Gato y ratón, hombre común y pirata

Tom Hanks vuelve a ser el ciudadano medio que afronta una experiencia extraordinaria en este filme con tensión.

Los thrillers en los que los hechos reales trascienden a la película en sí se han vuelto la mejor carta de presentación para Paul Greengrass. Primero fue Domingo sangriento, sobre la matanza en Irlanda, en enero de 1970. Y luego Vuelo 93, con una mirada que petrificó a los estadounidenses sobre el fatal destino de uno de los aviones secuestrados el 11 de septiembre.

La amenaza de que algo -por lo general, terrible- está por ocurrir es la base del cine de Paul Greengrass.

Pero lo bueno de Greengrass es que sabe cómo acrecentar la tensión al cruzar a la gente común y en circunstancias extraordinarias con tipos mesiánicos, enceguecidos por el odio o los negocios.

Capitán Phillips se basa en las memorias de Richard Philips, marino mercante que sufrió en abril de 2009 el abordaje de piratas somalíes en su Maersk Alabama, de bandera estadounidense. El navío transportaba comida y agua para africanos, y aunque por esas aguas se teme a diario la actividad pirata, los cargueros de esa índole no pueden transportar armas para defenderse.

Y así las cosas, Greengrass plantea el filme como un juego de gato y ratón. Hasta que el gato y el ratón se conozcan.

Darle el papel estelar a Tom Hanks fue el primer acierto del realizador de Bourne: el ultimátum. Tras algunos tropiezos comerciales, el actor de Forrest Gump, ya con barbita canosa, da con el personaje apenas arranca la película.

No está en altamar, no se ve amenazado, ni debe disciplinar a su tripulación. Philips charla con su mujer (Catherine Keener) en su auto, rumbo al aeropuerto. Hablan de los hijos, y de cómo en el presente se hace mucho más difícil conseguir empleo que en sus buenos tiempos.

La exposición de la reflexión de Philips no es, claro, gratuita. Greengrass lo introduce al espectador fuera del perímetro de su trabajo, pero demarca cuál es su pensamiento. Su moral. Su estilo de conducción, de vida.

Pero Capitán Philips es un thriller, así que los ataques de los piratas se repetirán, habrá que esconder a la tripulación, jugar con lo oscuro, el suspenso. El manejo de la situación estresante cambiará de bando. Y habrá un duelo, personal y también actoral.

No hay muchos actores que puedan expresar al norteamericano medio como Hanks. ya se lo comparó con James Stewart, pero aquí debe ser un poco más aguerrido que el intérprete de La ventana indiscreta. Y enfrente tiene a Barkhad Abdi, un somalí que nunca había trabajado en cine, y le juega de igual a igual. Hay que ver esos diálogos en los que plantean quién es el jefe, y cómo los principios del estadounidense no parecen ser muy distintos de los del pirata.

Obviamente no hablaremos de la resolución, aunque se base en un hecho que fue público y difundido, pero es allí donde la mano del director se muestra manipuladora, de manera innecesaria.