Capitán América: Guerra civil

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

La maquinaria de Marvel sigue generando miles de millones de dólares alrededor del mundo. A esta altura, la agenda de estrenos de acá a 2019 tiene a los fans en vilo, y a un montón de ejecutivos agotando las reservas de Ribotril porque cada proyecto agiganta todo. Lo desproporciona. Este año, al estreno de la gran “Deadpool” se suma “Capitán America: Civil war” que esta semana llega a nuestros cines.
Cualquier espectador que haya pasado por el colegio secundario sabrá de la existencia de Grecia, Roma, Escandinavia y muchos otros antiguos imperios, con centenas de dioses a quienes adorar y una historia mitológica generadora de algunas de las literaturas clásicas universales, empezando por el teatro. De dioses con poderes increíbles se trataba todo, y de cómo hacemos los pobres humanos para tratar de servir y soportar sus caprichos. Stan Lee tiene algo así con los cómics, y salvando las distancias (no muchas), tanto Marvel como DC Comics son los autores intelectuales de esta mitología moderna. Es más, si tomamos uno por uno a los superhéroes y supervillanos de hoy y los comparamos con los dioses y semi-dioses de antaño, probablemente encontremos una cantidad notable de similitudes. En fin, estaba claro que más pronto que tarde los universos marvelianos (Vengadores, X-Men, Hombre Araña, etc.) tenían que encontrarse.
El instante, el fotograma que tiene a los tres (Iron Man, Hombre Araña y Capitán América) dentro del mismo encuadre, abre el abanico a la inmensidad de posibilidades, y sienta las bases para entender que éstos, que varias veces hemos planteado como para entender mejor, aca establñece quién la va de qué en la historia. A esta altura Los Vengadores ya tienen dos largometrajes juntando a todos, pero sigue esta idea de establecer historias individuales, de las cuales “Capitan América: Civil war” es la tercera.
Cabe aclarar que no es la primera vez que Iron Man y Capitán América andan a las piñas, porque desde 1964 se vienen cruzando por distintos motivos en las historietas por cuestiones a veces risibles, como cuando el consumo de pescado en mal estado hizo alucinar al primero y emprenderla contra el otro.
Esta presentación sea tal vez alguna de las más divertidas entregas en cuanto a la esencia interna y externa de los personajes, que no por pelearse dejan de ser divertidos y se alejan de la oscuridad planteada por Christopher Nolan o la última “Batman Vs Superman”.
Y ya que hablamos de cuestiones conceptuales está bueno decirlo: Es larga esta película. No hay forma de justificar la duración. Si se analiza desde un desglose argumental y comenzamos a quitar situaciones y personajes, estaríamos frente al mismo producto con 90 minutos como mucho. Pero todo tiene una razón de ser en la industria en la cual los fans tienen la última palabra, y como este universo se retro alimenta más allá de espectadores ocasionales, lo que ocurra durante la proyección dejará de lado la idea de lo que sobra para ir a lo seguro.
Joe y Anthony Russo sabían que se metían con un guión eminentemente político al tratarse de rupturas internas dentro del seno de Los Vengadores, y no necesariamente por una cuestión egocéntrica. Ya de por sí se mueven dentro de un orden político preestablecido como organización (quien suscribe está convencido que estos tipos están más cerca de lo republicano en el accionar, pero lo demócrata en el discurso). Lo cierto es que estas rupturas o su tratamiento dramático no es el fuerte de los directores responsables de la entrega anterior del héroe del escudo, y de las próximas dos de Los Vengadores, sino no se logra explicar la escena de una suerte de “reclutamiento” de bandos que raya lo ridículo, incluso en este contexto. Hacia allí apunta esta entrega. A dar la información adicional innecesaria para este relato que ayudará a construir la enormidad venidera.
Por otro lado, claramente el fuerte de la producción son las secuencias de acción, a cual mejor filmada, y el cruce de personajes. Eso que los fans vieron mil veces en posters que incluían a todos, ahora se está volviendo realidad en movimiento.
La aparición del Hombre Araña traza una dicotomía en este cuadrilátero. En una esquina, la potenciación del deseo de los fans de unirlo todo, en la otra, la expansión excesiva de un guión particularmente flojito. El andamiaje es el entretenimiento, y en esto no hay discusión posible. Se rechaza o se acepta. Es Marvel. Es industria pura. Nada más. Ni nada menos.