Capitán América: Guerra civil

Crítica de Emiliano Andrés Cappiello - Cinemarama

La ligan los de la justicia

Qué manera de pelearse los superhéroes este año. Entre Batman vs. Superman y Capitán América: Civil War se pueden establecer varios paralelos, y no solo porque en ambas los tipos buenos se revientan a golpes. Pero hay una gran diferencia, y es que la de Marvel, más allá de algunos problemas, es una película de verdad.

El mayor problema de Civil War es que su conflicto central es bastante pelotudo. Los buenos tienen que pelearse y hay que justificarlo. Este conflicto, a grandes rasgos, viene del cómic en que se basa la película. Los sucesos de las películas previas, en las que se rompen muchas ciudades, terminan generando Consecuencias Graves. El tema es que los superhéroes, tipos en calzas que resuelven sus problemas a los bifes, son metáforas enormes de por sí, hiperbólicas, groseras. Utilizarlos para abordar directamente temas políticos y sociales con pretendida seriedad e importancia contradice su naturaleza. Esto es lo que no entiende Snyder, que va y pone a Superman angustiado en el Congreso. Los momentos más flojos de Civil War son cuando el conflicto de la responsabilidad de los superhéroes se plantea y crece. Por suerte los Russo aprendieron de la gente que construyó este universo, principalmente de Jon Favreau y Joss Whedon, y este problema desaparece rápido. Tony está triste, sí, pero eso no le reduce su carisma ni le quita los one-liners.

Civil War es, como debe ser, una película caótica, gigante, desaforada. La narración, que sigue a una cantidad absurda de personajes y lugares, se tropieza al comienzo pero termina encajando perfectamente. Cada personaje preexistente tiene su lugar y función, incluso los que ni aparecen, y la película encima logra insertar varios enmascarados nuevos. El peso del historial conjunto agrega una fuerza adicional al film y, al volverse personal en lugar de un Tema Importante, el conflicto gana potencia. Downey Jr., Evans y Johansson ponen todo el cuerpo (y qué cuerpo el de Scarlett, nacida para heroína) y forman el eje emocional del film. No son solo muñecos que se revolean con gracia, porque obvio que en parte lo son y de paso con mucha gracia, también son individuos que vimos crecer y sufrir, dejar sangre, sudor y lágrimas en cada combate. La acción es todo un logro, seguida por una cámara frenética pero a la vez perfectamente comprensible. La pelea “entre los dos equipos” es, junto al acto final de Los Vengadores, la mejor escena de acción de superhéroes que ha dado el cine. Y, principalmente, lo que mejor funciona es el humor. Los chistes son constantes, incluso en los momentos más oscuros del film. Los personajes se burlan y boludean entre sí, recordando que en el fondo esto es un juego. Las presencias de Rudd y Renner son clave, y la dupla de Mackie y Stan, los amigos del Capitán, es un gran descubrimiento. Como agregado, el fracaso de El sorprendente Hombre Araña 2, que permitió el acuerdo con Sony y la aparición de Peter Parker y la Tia May (y qué Tía May, muchachos) en este film, se vuelve digno de festejo con un Spider-Man amazing en serio.

Finalmente, aunque pasa cerca de caer rendida bajo su propio peso, Civil War emerge triunfante, cumpliendo con su misión de reformular el status quo del universo Marvel y, lo que es más importante, disfrutando el proceso.