Cantinflas

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

Supera el desafío

Recuperar la figura del popular actor mexicano no era sencillo, pero la película lo logra.

La recuperación biográfica de la figura de Mario Moreno, el popular Cantinflas, resulta per se, un acto de justicia. Además, la película de Sebastián del Amo retrata un época de gloria del cine mexicano, de los ‘30 a los ‘60, en la que el país más populoso de habla hispana dio a sus más grandes figuras en el mundo del arte. Una película de época con carpas, toreros y nostalgia de teatros y empedrados.

A primera vista, el filme ofrecía una duda desde su protagónico, en manos del español Oscar Jaenada. Pues bien, la duda de si un español podía componer a un personaje tan mexicano queda saldada. Jaenada supera ampliamente el desafío.

Un desafío para nada menor, tratándose de un "pelado", una figura nacida del vulgo mexicano con un lenguaje de su lugar de origen, un reflejo de las clases bajas y una reivindicación de ellas. Un artista popular. La película elige transitar sus orígenes indefinidos, como cadete en una carpa de pueblo, dando el salto a las tablas, eligiendo su apodo de una provocación tribunera. Y también hay una historia de amor, con su rusita, Valentina Ivanova. Y otras no menos importantes, como su relación con los sindicatos y otra lucha fundamental, contra su ego, contra el influjo de su salto económico y popular. Las mieles de la fama.

Cantinflas mezcla los dos mundos del artista, el de sus orígenes y el de su destino, para lo que le arma una galería de personajes. Desde el productor ruso Jacques Gelman al mismísimo Chaplin. Tránsito que no interfiere en la espontaneidad del artista. Una reivindicación del monologuista natural, incapaz de seguir un guión, pero absolutamente creativo para inventarlo en escena, o como dijo Carlos Monsivais, un referente de los iletrados que toman el lenguaje como pueden.

Se entiende por qué México la llevará a competir por el Oscar (en los EE.UU. se estrenó en 400 salas). Pero la relación de la película con el mundo Hollywood es lo más criticable. Mientras cuenta los 30 años de auge del actor, va desgranando la trama de su participación en La vuelta al mundo en 80 días, que le significó el mayor éxito de su carrera en el país del norte. A través de esa historia, amplificada en contraste con su carrera local, aparece lo peor de la película. Estereotipos bien americanos, como la lucha entre el mercado y la libertad artística en Los Angeles, que redundan en la banalización de otros nombres. Y en un mensaje claro: lo popular beatificado por el mercado. Ahí está el detalle.