Cantantes en guerra

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

“Cantantes en guerra”, cómo rescatar un ídolo

La construcción de un ídolo. Ese es el punto de partida de “Cantantes en guerra” en la que Fabián Forte vuelve a dirigir a la dupla formada por José María Listorti y Pedro “Peter” Alfonso como ya lo hizo en 2014 en “Socios por accidente” y su secuela el año siguiente. Nuevamente el tono es el de comedia de compañeros y si antes fueron un agente secreto y un traductor de ruso, ahora son dos cantantes, que como en la primera ocasión, deberán hacer algo para salvarse mutuamente a pesar de sus diferencias.

   Cuando empieza la película, Richie (Listorti) y Miguel (Alfonso) son dos jovenes músicos que se presentan a un casting de talentos. El manager decide que el que tiene potencial para transformarse en ídolo del reggaeton es Richi. Veinte años más tarde, Richi es una estrella y Miguel se casó, tuvo una hija y es profesor particular de guitarra. A partir de ese momento la película describe con trazos gruesos y humor cómo vive o padece cada uno su vida, la fama en oposición al anonimato, el inevitable reencuentro del dúo, los rencores y la accidentada reconstrucción de la amistad.

   En el guión también hay espacio para los gestos nobles, la emotividad y la solidaridad, algunos chistes de doble sentido, una crítica a la televisión que se nutre del escándalo mediático y el sacrificio ante las cámaras por un punto de rating y hasta para los “testimonios” de famosos como Valeria Lynch y Carlos Vives. “Cantantes en guerra” no pretende ser más de lo que es: una comedia amena para toda la familia, con artistas populares y una estructura argumental que no por conocida deja de ser transitada con mayor o menor suerte.