Candelaria

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Presenciar una película protagonizada por una pareja de ancianos no es lo habitual. Pero el director Jhonny Hendrix Hinestroza, imaginó un guión que ocurre durante 1994 en La Habana, Cuba, para que fuera posible desarrollar la historia atractiva y cálida de un matrimonio que transita la tercera edad y padece el régimen castrista con todo lo que eso significa.

Porque en muchas películas se exhibe a la isla caribeña como un lugar pintoresco, pero muy pocas se atrevieron a mostrar los padecimientos de los ciudadanos comunes, que estaban impedidos de hacer o tener cosas básicas, cuando Fidel Castro fue el presidente.

El film es muy austero, cuenta con cuatro personajes. El tratamiento intimista se basa en la vida de Candelaria (Verónica Lynn), una mujer blanca que trabaja en la lavandería de un hotel, algunas noches canta en ese mismo establecimiento, y cría a unos pollitos, como pasatiempo, y la de su esposo Víctor Hugo (Alden Knight), negro, operario de una fábrica, que revende de contrabando cigarros a un único cliente. Pero la plata no les alcanza ni para comer, empero, pese a todos los inconvenientes económicos y de salud, enfrentan el día a día con optimismo.

Mientras subsisten como pueden, una filmadora encontrada en el hotel por Candelaria les dará un vuelco en sus vidas. Inesperadamente les devolverá la pasión sexual.

Aquí el director se involucra en otro tema tabú, que es el sexo de los ancianos pero de un modo poco convencional, que no conviene detallar en estas líneas porque es una parte importante de la narración.

Observar desde adentro lo que la revolución cubana le provocó a la ciudadanía, duele. Aunque ellos, como los protagonistas de esta narración, pese a estar resignados, prefirieron mantener la decencia y la alegría, en definitiva, ser dignos por sobre los apremios, sufrimientos y las necesidades insatisfechas.