Camino de campaña

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Por un lado, Agustín (Agustín Rittano), quien vuelve a su pueblo natal, esperando la sentencia por el asesinato de sus propios padres. Por otro lado, Leila (Valeria Blanc), una fugitiva que llega al mismo poblado, también por cuestiones vinculadas a su familia. En aquel contexto de sierras y de calma, será inevitable que ambos terminen conociéndose y que comiencen una relación que lo cambiará todo.

Tras La Carrera del Animal, su ópera prima, Nicolás Grosso vuelve con su segundo largometraje. Aquí se centra en dos personajes que huyeron de su entorno (en el caso de Agustín, de una manera más extrema) y que ahora deben quedarse allí y esperar. Una espera que producirá momentos incómodos, de tensión, de violencia. La búsqueda del director pasa menos por el efectismo y más por crear un pequeño drama climático, contemplativo, en donde el pasaje serrano de Córdoba funciona como una especie de Purgatorio para estos seres torturados.

Otro logro de la película es el nivel actoral, sobre todo el de la pareja protagónica. Rittano y Blanc logran empatía con el espectador, quien de a poco irá descubriendo más sobre sus personajes.

Camino de Campaña podría haberse conformado con ser un thriller, o un drama combinado con thriller, pero Grosso opta por un enfoque menos convencional, más íntimo. Una propuesta que tendrá adeptos y detractores, pero la búsqueda artística sigue siendo atípica y llamativa.