Camino al éxito

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Sebastián Rodríguez debuta como director con «Camino al Éxito», un pequeño y sensible relato sobre los sueños rotos, las posibilidades de revancha y las relaciones familiares a lo largo del tiempo.

El largometraje se centra en Hugo (Sergio Prina), un mecánico que vive en un pequeño pueblo con su hermana y su sobrino. Hace tiempo que el hombre está descontento con su vida y su lugar natal, del cual quiso escapar hace tiempo, pero no pudo. Lleno de recuerdos y frustraciones, un día se cruza con Guillermo (Mariano Argento), un cazador de talento deportivo que llega a su taller casi por casualidad y descubre a su sobrino Enzo (Benjamín Otero) como una promesa del fútbol. Allí comenzará un viaje entre tío y sobrino hacia la capital para que el pequeño pueda probarse en un club, en busca del destino y la posibilidad de redención de Hugo.

Esta pequeña road movie con ligeros toques de comedia se beneficia de la mirada fresca de un director que da sus primeros pasos en el mundo del cine, con una puesta de cámara austera pero funcional y eficaz. Prina y Otero logran establecer una correcta dinámica como tío y sobrino, y van creciendo en la misma a medida que se desarrolla el relato y van surgiendo los infortunios con los que se encuentran en el camino. Ambos poseen diferentes metas y conflictos internos, los cuales irán revelándose poco a poco durante la larga travesía.

Podrían sentirse un poco sencillas las barreras que se van presentando durante el trayecto, no obstante, son problemáticas reales que pueden pasar tranquilamente cuando salís a la ruta en busca del destino con nada más que una camioneta destartalada y la cabeza llena de sueños futuros y reveses del pasado. En ese sentido, se siente completamente real y terrenal la búsqueda.

«Camino al Éxito» es una película sencilla y vista en varias oportunidades, sin embargo, el enorme corazón y su pulida puesta en escena hacen que valga la pena descubrir la historia de Hugo y su lucha personal contra los fantasmas del pasado, especialmente en su encuentro con Lucia (Paula Carruega) que lo invita a reflexionar sobre la vida y lo importancia de la familia. Una auspiciosa ópera prima de Sebastián Rodríguez.