Camino a Estambul

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Quizás en algún punto de su carrera el actor australiano Russell Crowe se miró al espejo y dijo "si mi colega y compatriota Mel Gibson lo logró, ¿por qué yo no puedo intentarlo?". Y sin dudas lo intentó. Las coincidencias entre Gibson y Crowe no son pocas. Si bien técnicamente ninguno de los dos nació en Australia (Gibson nació en Nueva York y Crowe en Nueva Zelanda), los dos se formaron e iniciaron sus carreras artísticas en el país oceánico. Luego de hacer la América como estrellas de Hollywood en películas épicas, cada uno de ellos decidió incursionar en la dirección de sus propios proyectos cinematográficos. Y para su debut, Russell Crowe optó por una historia ambiciosa con tintes de superproducción.

Camino a Estambul está ambientada al final de la primera guerra mundial. Y una vez más, trazando el paralelismo con Mel Gibson, Crowe centra su relato en las heridas que dejó la famosa batalla histórica de Gallipoli. Recordemos que allá por el año 1981, de la mano de Peter Weir, Gibson protagonizó el film bélico "Gallipoli". Pero en esta oportunidad el acercamiento a dicho acontecimiento histórico es muy distinto. Aquí Connor, el protagonista granjero zahorí de la historia, decide ir en busca de sus hijos tras enterarse de su desaparición en batalla.

A pesar de su ambición y buenas intenciones, al novato director se le notan ciertos puntos flojos y lugares comunes en su historia. Provista de pretensiones sensibles y con un respetuoso acercamiento al contrapunto cultural entre australianos y turcos, Crowe consigue fotografiar un relato técnicamente impecable sin arriesgar demasiado. Pese a que todos los ingredientes están donde deben, hay ciertas cosas que se adquieren con la experiencia y el tiempo. Los grandes directores no se hicieron de un día para el otro y Crowe tiene todos los recursos para convertirse en uno. Camino a Estambul tiene alentadores destellos de buen cine que el tiempo puede convertir en un estilo más personal y distinguido. Por lo pronto las decisiones de dirección parecen un tanto más rutinarias y de manual. Pero aun así la condición del autor dice presente y promete una carrera mucho más interesante que esta buena y conservadora opera prima.