Caminando entre tumbas

Crítica de Marcelo Menichetti - La Capital

El revés de la trama americana

Matt Scudder (Liam Neeson), un ex alcohólico retirado de la policía, se mueve en los oscuros rincones de Nueva York donde habitan personajes que no responden al arquetipo del americano medio. “Caminando entre tumbas”, de Scott Frank, recurre a algunos tópicos clásicos de la novela negra -un género que acercó a grandes franjas de público a la buena literatura- siguiendo los pasos de un detective solitario que asume un contrato de trabajo arrastrado por las circunstancias. La historia gira en torno a una serie de secuestros de mujeres cuyos familiares integran el mundo de la droga. La propuesta es interesante pero la película excede el tiempo necesario para lograr un ritmo acompasado con los sucesos que intenta narrar. Lo mejor del filme es su retrato de un sórdido costado de la realidad que generalmente se oculta, aunque le falta muchísimo para acercarse a los valores exhibidos por Raymond Chandler o Dashiell Hammett, dos escritores aludidos en la película, que marcaron rumbos en el género. Liam Neeson, hierático e inexpresivo, supera la parquedad que requiere su personaje y se convierte en una máscara inmutable que no logra transmitir emociones.