Caminando con dinosaurios

Crítica de Tomás Maito - A Sala Llena

Los dinosaurios no tenían la culpa

En 1993 se estrenaba Jurassic Park, un film que volvía a darle vida a los dinosaurios de una manera tan impactante como real. Si Steven Spielberg -su realizador- viera Caminando con Dinosaurios, de Barry Cook y Neil Nightingale, derramaría lágrimas al ver a esas enormes criaturas que en su momento construyó con tanta dedicación, ya que aquí el resultado es todo lo contrario.

Este film es realmente vergonzoso en todo sentido. A través de un recurso narrativo un tanto inverosímil, se parte de un presente en donde -mediante un desencadenante mágico- un ave le manifiesta a un niño la “importancia” de los dinosaurios. Caminando con Dinosaurios resulta una película muy chata, sobre todo a nivel de una trama que se vale de una cursi historia de amor adolescente (entre dinosaurios), en conjunto con los tópicos de un documental educativo de poca monta. Todo carece de ingenio y resulta aburrido, de hecho ni siquiera funciona como una fábula para que los chicos se entretengan.