Calvario

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

John Michael McDonagh es un irlandés que no anda con rodeos. Allá por el 2011, se animó a realizar una comedia con bastante humor negro poniendo a otro par en el papel protagónico como Brendan Gleeson, en El Guardia (The Guard).

Por aquel entonces, Gleeson interpretaba a un policía piola, corrupto cuando la ilegalidad se ponía en servicio para ayudar al otro, cliente de la prostitución pero defensor de mujeres maltratadas, difícil de corromper hasta en su más profunda borrachera. Este prototipo desencajado de policía velaba por la seguridad en un pueblo irlandés, perdido en el mapa.

Ahora McDonagh, se aleja un poco de la comedia negra para centrarse en otro personaje, un sacerdote, también, poco ortodoxo pero sin alejarse del mismo pueblo, de los mismos paisajes y hasta de los mismos personajes/actores (como el pequeño monaguillo, descomunal actuación).

Calvario (Calvary) comienza sin vueltas. Desde el primer minuto sabemos cómo terminara la película. Con un primer plano, encerrado dentro del confesionario Gleeson -otra vez nuestro personaje principal- vestido de sotana escuchara su sentencia. Ya no importa el comienzo o el final, lo que nutre la película es justamente la peregrinación que hará el párroco, condenado por ser bueno, para sanar a los habitantes de esa comunidad.

Cada personaje que rodea al Padre, será una representación en su máximo exponente: la prostituta, el golpeador, el promiscuo, el viejo, el sádico, entre otros más. Cada uno ocupará su rol del mismo modo que cada apóstol ocupó un lugar en la Última Cena.

Calvario, el hombre frente al destino.
McDonagh no propone con Calvario realizar una película religiosa sino todo lo contrario. Desde el primer momento juzga a los curas pedófilos, ataca las investiduras religiosas, pone en duda el papel de la iglesia como institución y hasta manda arder una iglesia.

Pero tanto en El Guardia como en Calvario, existe un personaje femenino que brinda al protagonista un momento de distracción o de paz, como el de su madre -en el primer caso- o el de su hija. Ellas también tienen sus problemas, pero cuando interceden actuarán como el único momento de respiro para quién lleva la historia adelante.

Calvario, es de ese tipo de películas que se siente la pesadez en el cuerpo, que juega con el estado emocional del espectador pero sin caer en la cursilería barata. Con toques de humor, espléndidos paisajes irlandeses y una banda sonora que también hará de lo suyo. Cuando la historia haya concluido, vendrá un segundo final, lo cual sugiero esperar los títulos finales.