Calles de la memoria

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Sobre las diversas formas de evocación

Parece que cada país elabora su forma de recuerdo. Desde 2008, en el frente de los colegios parisienses, unas placas negras dicen, por ejemplo, "A la memoria de los alumnos de esta escuela, deportados de 1942 a 1944 porque nacieron judíos, víctimas inocentes de la barbarie nazi y del regimen de Vichy. Más de 300 infantes de este barrio fueron exterminados en los campos de muerte. Nunca los olvidemos". Con placas blancas se evoca a los mártires de la Liberación: el lugar de Gare du Nord donde los alemanes fusilaron a ocho ferroviarios como represalia por un atentado, el de la Opera donde un improvisado teniente de 21 años defendió una esquina hasta la muerte, etcétera.

En Toledo, camino al Museo del Ejército, podía recordarse el emotivo diálogo de despedida entre el coronel Moscardó, defensor del Alcázar, y su hijo condenado a muerte por los sitiadores, hasta que en 2010 la Ley de Memoria Histórica estableció el retiro de toda placa de homenaje a los héroes del franquismo. Tampoco hay, todavía, placas en memoria de sus víctimas. Ni en calles, ni en fosas comunes, nada. Un modo raro de ejercer la memoria.

Francesas, españolas, esas placas fueron puestas por sus respectivos gobiernos. Aquí, en cambio, han comenzado a florecer baldosas ajenas a cualquier gobierno. Eso es algo interesante. Dedicadas a las víctimas de la represión entre 1974-83, son fabricadas por los familiares, compañeros y amigos de cada homenajeado, y se colocan en la vereda de sus casas, o por donde caminaban en el momento de su desaparición. Responden, eso si, a un texto común, donde se habla de "militantes populares", sin agregar grupo de pertenencia. Interesante, también, que sean coloridas, y que sean baldosas. Una expresión de vida, y una justa ubicación para tantos argentinos que caminan mirando el suelo.

Carmen Guarini ("Jaime de Nevares, último viaje") acerca hasta nosotros a los impulsores de la idea (Barrios por la Memoria), algún grupo que está fabricando el homenaje a un ser querido, estudiantes extranjeros que toman esas baldosas como tema de investigación, se involucran con sus historias y/o sacan disímiles conclusiones, gente que pasa, vecinos que a veces se dan por enterados y otras, las menos, se dan por ofendidos. Será tal vez por eso que las placas no se ponen en las paredes. En resumen, un documental de tema nuestro y actual, que informa y de paso proporciona buenas reflexiones sobre las diversas formas de evocar el pasado y elaborar recuerdos, aunque algunos los pisen con indiferencia. Empresa productora, El Desencanto.