Callcenter

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

En éste país ingresar al mundo laboral formal es muy difícil. Si uno no tiene familiares, amigos, conocidos, contactos, influencias, etc., conseguir un trabajo es una quimera. Por eso existen otras alternativas para los jóvenes que recién comienzan. Algo que no todos quieren hacerlo, o duran poco tiempo y el recambio es continuo, porque está considerada una de las actividades más estresantes que existen.

El callcenter es un ámbito muy especial porque el plantel de atención recibe todo tipo de presiones, críticas, quejas, insultos a los que ellos tienen la obligación de responder con cortesía. En ese sitio ocurren las acciones de este film y que sus directores, Sergio Estilarte y Federico Velasco, cuentan una jornada de trabajo de cinco empleados y su supervisora.

Dentro de una pequeña oficina con algunos cubículos y computadoras se desarrolla la historia. Todo va en los carriles normales hasta que, por un error técnico, se quedan sin sistema. No pueden trabajar y tampoco irse. Deben cumplir el horario asignado, que es el nocturno.

Durante la noche los compañeros charlan, se conocen un poco mejor, se cuentan los problemas laborales y los conflictos sentimentales, con algunos diálogos bien construidos, y con otros en el que se repiten dichos con otras palabras en boca de distintos personajes, que no funcionan como debiera. Por otro lado, la música incidental está presente en muchos pasajes de la narración para resaltar la importancia de ciertas situaciones que los realizadores consideran importantes.

Con un presupuesto modesto y luego de varios años de luchas, consiguieron filmarla y después, mucho más tarde, exhibirla en algunos cines. Los actores, casi todos de poco recorrido cinematográfico, excepto Thelma Fardín, que actúa desde chica y el año pasado se volvió mucho más popular luego de su resonante denuncia, cumplen con los papeles asignados, bien disímiles unos de otros.

Mientras pasan las horas se revelan ciertas características personales de los integrantes. Se ayudan, aconsejan. El problema no es entre ellos, sino con ellos mismos y sus afectos. El fuera de campo está bien logrado. Lo que sucede afuera los afecta y le modifica la vida.

Pese a estar encerrados, la narración es dinámica, aunque, en ciertos momentos cae en baches innecesarios.

Los sueños, frustraciones, esperanzas, miedos, en fin, las emociones que un ser humano es capaz de transitar son contadas por un grupo de veinteañeros que, en su mayoría, aspira a algo mejor, pero no sabe, no puede o no se anima a pegar el salto a la felicidad, por propia voluntad