Caíto

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un acto de amor fraternal

Pocas demostraciones de amor son tan genuinas como la que hizo Guillermo Pfening. El actor se puso en la piel de director, intérprete y familiar involucrado para contar un pedazo de la historia de Caíto, su hermano, quien padece una dificultad motriz. La película está planteada desde un mix de documental y ficción. Y es justamente desde ese punto de partida donde la propuesta toma otra dimensión. El famoso Pfening, para este caso, decidió armar una trama basada en las inquietudes de su hermano no famoso, en relación a su deseo de ser padre, al vínculo con una novia del pueblo, con la persona que le hace sus tratamientos de rehabilitación, con los vecinos y con su vida cotidiana y familiar. Para eso mechó esos mundos íntimos, algunos realmente emotivos, con otros del rodaje, en los que participaron Bárbara Lombardo, Romina Richi y hasta el cineasta Juan Bautista Stagnaro. Con producción de Pablo Trapero, la película logra dar en el corazón del espectador sin recurrir nunca al golpe bajo, tentación en la que suelen caer los amantes del cine efectista. En apenas 77 minutos, Caíto logra meterse en la piel de la gente con simpleza y calidez. Para disfrutarla.