Caíto

Crítica de Marisa Cariolo - A Sala Llena

Allí por el año 2004, Guillermo Pfening comenzaba su carrera como director con el cortometraje Caíto, logrando plasmar en apenas diez minutos las circunstancias y deseos de su hermano menor, aquejado por una enfermedad motriz severa llamada “distrofia muscular de Becker”. El bellísimo corto transmitía la necesidad de su hermano -con apenas catorce meses de diferencia- de subirse a una hamaca y balancearse como lo hiciera en su infancia. En la última de las escenas veíamos el rostro de Caito feliz y satisfecho, con su hermano Guillermo empujándolo, dándole el envión que necesitaba para cumplir su pequeña meta. Ese amor fraternal, encarnado en Guillermo Pfening y que trasciende el mero discurso narrativo, nos permite adentrarnos en el universo de Caito y todas aquellas personas que lo rodean.

El film atraviesa con gallardía y soltura la estética del documental con tintes ficcionales. Todos los protagonistas (Caíto, Guillermo Pfening, Romina Ricci, Bárbara Lombardo, Lucas Ferraro, Franca Licatta, Marinha Villalobos) aportan su amorosa mirada y profesionalismo a este proyecto familiar/ cinéfilo. Y tal vez este sea el elemento más valorable de Caíto, el hecho de retratar una historia familiar sin golpes bajos y con un cuidado estético poco común en aquellos casos donde el componente emocional es tan intenso. Guillermo Pfening presenta la historia de su vida, la de su hermano y la idiosincrasia de su pueblo de una forma cuasi testimonial.

Una fotografía exquisita -a cargo de Pablo Parra- y escenas memorables hiladas con un cuidado montaje, hacen de este film un admirable ejercicio cinéfilo que nos demuestra que pueden abarcarse los temas más delicados sin caer en la sensiblería melancólica. La banda de sonido a cargo de Francisco Bochaton y Gepe es otro elemento fundante de los logrados climas que atraviesa el auspicio debut de Pfening.

Este equilibrio entre profesionalismo cinematográfico y delicado relato de amor es tal vez el rasgo distintivo de un film que definitivamente debe tomarse como referencia para un abordaje adulto de las discapacidades motrices. Ojalá las puertas delicadamente abiertas por Caíto nos permitan ingresar a un nuevo enfoque cinematográfico de las relaciones humanas, más sincero, menos efectista, que conduzca al público a afrontar las discapacidades con una mirada adulta e inclusiva.