Caíto

Crítica de Juliana Rodriguez - La Voz del Interior

Protagonista de su vida

Cuando Guillermo Pfening estrenó Nacido y criado, su hermano asistió a la avant premiere y, en ese momento, Guillermo deseó que esos roles se invirtieran, que Caíto algún día sea el protagonista de su propia película. Eso cuenta el director en uno de los momentos del documental que escribió y dirigió para su hermano.

El filme, realizado en Marcos Juárez, continúa el trabajo del cortometraje que Pfening hizo sobre su hermano en el año 2004. Esta vez, la historia comienza con tono testimonial: Guillermo viaja a su pueblo y presenta ante la cámara a su casa de la infancia, su familia y su hermano Caíto, que padece distrofia muscular.

El documental muestra, primero, las rutinas diarias de Caíto en el pueblo, desde que se despierta hasta que se va a dormir, momentos en los que las dificultades para moverse se neutralizan con la ayuda de quienes lo rodean. Entonces, el biodrama se agrieta e ingresa la ficción, de la mano de actores que interpretan a las personas reales en la vida de Caíto (Romina Ricci, Juan Stagnaro, Bárbara Lombardo, Lucas Ferraro y se destacan, sobre todo, Marinha Villalobos y el mismo Caíto).

La edición y la cadena de mamushkas entre ficción, metaficción y realidad toman la posta, para contar otra historia, con poética propia (hay escenas de poderosa belleza, como la de los actores en una pileta, o en los girasoles). La película es así un intangible obsequio familiar, realizado con amorosa pericia narrativa, en la que es imposible separar obra y vida.