Cae la noche en Bucarest

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Cae la noche sobre una forma de filmar

Un joven director con aires de engrupido concentrado en cosas profundas se está charlando a una actriz con el clásico verso "quisiera que hagas un desnudo", ella responde planteando la clásica frase de la "justificación dramática", y, como corresponde, se juntan en un lugar discreto para hacer el clásico ensayo. Demoras de rodaje, excusas médicas, y el agravante de un actor borracho que destrozó una habitación, agotan la paciencia de la productora. El director se las verá con ella.

En manos de cualquier otro, este resumen daría lugar a una clásica historia de cine dentro del cine, de esas que exponen el fascinante entrelazado entre realidad y ficción, los vericuetos de una filmación, y las picardías de los artistas. Pero, lamentablemente, el autor es Corneliu Porumboiu, el de "Policía, adjetivo", que la va de moderno y es un clásico del aburrimiento.

Así, modernamente, filma desde el asiento trasero una larga charla de dos personas en un auto, recurso de la Nouvelle Vague que ya pasa el medio siglo, o distribuye todo el relato en largos planos-secuencia, como han hecho grandes maestros, cada tanto, desde 1948. Sólo que éstos lo hacían con alguna historia inquietante o movimientos asombrosos, y él lo hace con un mínimo desarrollo argumental, cámara casi inmóvil, actuaciones frías y planos distantes. Se supone que esto último sirve para acompañar las teorías de su personaje acerca de los diferentes modos en que el fílmico y el digital condicionan el pensamiento. Vaya uno a saber.

Del resto, asistimos a una charla vacua sobre la diferencia entre la cocina oriental y la occidental, usnsiste en ver, para confirmar si el director dice la verdad respecto de una supuesta úlcera que le hizo alterar el plan de trabajo, y no mucho más. Según exégetas, "el argumento es un pretexto para una reflexión acerca del hecho de hacer cine", el autor "construye un cuento metanarrativo sobre la inspiración y la vida", "que celebra el espacio cinematográfico como una entidad dramática", y la película es "rigurosa y provocativa, sobre una forma de hacer cine que está en vías de extinción". Ojalá esto último sea cierto.