Cadáver exquisito

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un juego de espejos algo forzado

Un juego de espejos. Eso es lo que propone “Cadáver exquisito”, primero desde lo nominal, con dos protagonistas llamadas Clara y Blanca, que es albina, en un subrayado que suena algo excesivo; y después desde lo conceptual. Porque Clara (Castiglione) encuentra a su novia Blanca (Nieves Villalba) flotando en la bañera al borde de la muerte. Y es desde esa situación límite, que comienza con Blanca en estado de coma, cuando Clara comienza a hurgar en el pasado de su pareja con la intención de descubrir por qué llegó a tomar esa decisión. Blanca es una mujer enigmática, quien como doctora busca saber cómo actúa la oxitocina en el orgasmo, y toma a su cuerpo como banco de pruebas. De a poco, Clara revisa el teléfono celular de su novia y va encontrando su lado B ¿o el lado A? La directora apostó a mostrar cómo una obsesión amorosa puede llevar a un proceso de transformación capaz de desencadenar una mutación psicológica y hasta estética. Y aquí es cuando Clara intentará tomar la posta de Blanca y se contactará con su universo, con personajes perversos, incluso impostando el look de su amada. Esa impostación también sobrevuela el film, que aflora como poco creíble, con situaciones forzadas, donde apenas sobresale Castiglione, cada vez más actriz.