Cadáver exquisito

Crítica de Mariana Zabaleta - Subjetiva

El salto desde la captura de lo real al juego, en el paso del cine documental al cine ficción, no parece incomodar a Lucia Vassallo. Cadáver exquisito se muestra como un relato atrapante, directo a despertar el cautivante morbo del espectador.

Gala y Blanca se encuentran, destinadas a ser una, su historia comienza como cualquier historia de amor. Un halo de misterio ronda desde principio la cinta, Blanca perece como la bella durmiente, mostrándose viva únicamente en el recuerdo de Gala. Una mente y dos cuerpos comienzan, paulatinamente, a fusionarse en un único cuerpo. Gala irá recogiendo el hilo de Blanca para desenmarañar la trama de acontecimientos y personajes que la rodeaban de manera secreta. Vassallo se desmarca del dramatismo en el que podría caer el tono de la propuesta, dotando de una pátina de sensualismo y realismo mágico a la composición. Recordando desde la trama, la poco aclamada Pacto de amor, de David Cronneberg, sobrevuela al guión una natural pero monstruosa tensión.

La dirección de arte convoca a la remake de Suspiria (2018) de Luca Guadagnino, con sus expresivas puestas de danza contemporánea, como también a La piel que habito (2010) de Pedro Almodóvar, donde el cuerpo y la identidad se tensionan hasta descomponerse y reunificación de manera realista y fantástica.

Un Frankenstein contemporáneo no puede dejar de invocar el cuerpo de la mujer, aquel objeto de consumo y deseo, que a pulsión de feminismo, se consolida como el cuerpo prima de la deconstrucción cultural.

CADÁVER EXQUISITO
Cadáver exquisito. Argentina, 2022.
Dirección: Lucía Vassallo. Intérpretes: Sofía Gala Castiglione, Nieves Villalba, Rafael Spregelburd, Nicolás García, Lola Banfi, Lorena Vega, Analía Couceyro y Santiago Gobernori. Guión: Lucía Vassallo y Sebastián Cortés. Fotografía: Fernando Marticorena. Edición: Martín Blousson. Sonido: Gaspar Scheuer. Música: Natalia Spinner. Distribuidora: Cinetren. Duración: 88 minutos.