Cacería implacable

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Atrapando al ladrón

De vez en cuando alguna película de las nuevas generaciones de directores nórdicos desembarca en las salas argentinas. Generalmente son obras compactas, sobrias y muy bien realizadas de Susanne Bier, Lars von Trier, Bent Hamer o Bille August. Ahora toca el turno de Noruega con “Cacería implacable”, un policial duro, con ironía y una trama sórdida bajo la superficie aterciopelada de casas y muebles de diseño, ropa cara y el mundo del arte. La generación de posguerra que tomó el relevo sintonizó con un mundo en el cual afloran algunos dramas truculentos como “Aguas turbulentas”, de Poppe, o hasta tanques como la trilogía “Millenium”, después de la cual el cine comercial de aquellos países también se hizo un lugar en las carteleras. “Cacería implacable” narra una historia de ambición, con persecuciones muy bien filmadas y bastante violencia. Con sólo tres filmes en su haber -ninguno de ellos estrenado comercialmente en Argentina- y sin premios fuera de un festival en su país, Morten Tyldum construye un relato ágil sobre un ejecutivo con doble vida. El protagonista es un cazatalentos que para sostener los lujos de su estilo de vida y el de su bella mujer, quizás su mejor adquisición, encuentra un nicho en el redituable negocio de robar obras de arte. El problema es cuando, por supuesto, las cosas no salen según los planes.