Cacería de brujas

Crítica de Orlando Verna - La Capital

La peste y la oscuridad del Medioevo

La oscuridad del Medioevo europeo y la ferocidad de la Inquisición es el marco en el que se desarrolla este filme de aventuras y terror. Behemen y Felson son dos cruzados que han manchado sus espadas de sangre en nombre de dios. Pero tras una matanza de inocentes deciden desertar y regresan a sus villas. Allí la peste ha diezmado a la población y, sin solución ni explicación a la vista, mujeres acusadas de brujas se convierten en chivos expiatorios. Y una de ellas debe ser juzgada por un alto tribunal y hacia un lejano burgo parten los protagonistas. Es así como el viaje sirve de pretexto para una serie de secuencias propia de las películas de aventuras con los clishes del género incluidos. Y de buenas a primera esa road movie se convierte en un filme de terror cuando las cosas no salen como los viajeros quieren. Con buenos efectos especiales y una pesada carga emotiva (debido al arrepentimiento de uno de los soldados), la cinta carga las tintas sobre la religiosidad y las formas de abordarla, aunque sin la profundidad que el tema necesita. De esta manera, la historia sufre un achatamiento que se visibiliza en la seguidilla de reflexiones sobre los por qué de la devoción o no al dios de los cristianos. Y si Cage a esta altura ya no mueve montañas, Perlman vuelve a demostrar que un rostro rudo no oculta sus dotes actorales. Un buen pasatiempo para espectadores sin pretensiones.