Cacería de brujas

Crítica de Daniel Castelo - ZonaFreak

40

Es ocioso ocuparse del pasado de Nicolas Cage, de sus desaprovechadas virtudes actorales y, sobre todo, de su irregular presente, en foco más por sus raros peinados nuevos que por su efectividad a la hora de elegir proyectos y seleccionar guiones.

El caso de Cacería de brujas no escapa al topic (algo que sí sucedió con la muy destacable Un maldito policía en Nueva Orleans), ya que tenemos aquí otra de esas ocasiones en las que es fácil poner la mira en el devaluado Nic, disparar y dar en el blanco.La historia se ubica en pleno siglo XIV, en medio de la indiscriminiada cacería de señoras que negociaban cuestiones con Satanás, aunque también de aquellas que no comulgaban del todo con la Iglesia católica, verdadera protagonista de las matanzas y genocidios varios que ocurrieron por aquellos tiempos.

El asunto en cuestión gira en torno a dos guerreros (Cage y e Ron "Hellboy" Perlman) que masacran espada en mano al servicio de la iglesia, pero que luego de una farragosa faena, abandonan el servicio tras comprobar que en nombre de Dios habían degollado a decenas de mujeres y niños.
Pero el círculo tiene que cerrar de alguna manera, por lo que, calabozo mediante, ambos batalladores vuelven a trabajar para el santo mandamiento, aunque de otra manera, custodiando el traslado de una joven señalada como bruja, hasta la iglesia en la que será ajusticiada con la gracia divina, o algo así.
Menuda aventura termina presentándoles a los custodios el encargo, debido a un camino complejo y una serie de eventos desafortunados que, se presume, están a cargo de la bella y demoníaca damisela.
El film arranca con gallarda violencia, con un buen puntapié de terror en tiempos añejos, en buena mezcla de brujería, suspenso clásico y guiños de posmodernidad estética un tanto deudoras del horror oriental. Pero todo acaba ahí, demasiado rápido, tan solo como un aperitivo escaso y con más escarbadientes que aceitunas, si se permite semejante paralelo gastronómico.
El resto es un relato de una linealidad pasmosa, sin la menor presencia de gracia narrativa, apenas con una o dos pasadas de terror bien elaborado, pero minúsculas respecto de un todo pobre en recursos para contar el cuento. Las limitaciones son constantes, un guión anulado por la falta de ideas, previsible casi siempre y demasiado obvio en su resolución, como si se tratara de un refrito de dos ideas, pero mal vehiculizadas.