Caballo de mar

Crítica de Victoria Duclós Sibuet - EscribiendoCine

El puerto final

Ignacio Busquier estrena a través de CINE.AR su ópera prima Caballo de mar, la película póstuma del protagonista Pablo Cedrón. Con mucho suspenso y algunos problemas en el desempeño de la narración.

Un marinero (Pablo Cedrón) con apariencia cansina y desesperanzada toma vino de un vaso de vidrio en el bar de un pueblo portuario. Otro se le acerca y le pide un favor extraño, le dice que se va a ir y que, si no vuelve en veinte minutos, el marinero debe llamar a un número que le deja anotado en una servilleta y avisar "Leo no va a volver".

Parece una misión sencilla pero todo cambia y Rolo, nuestro protagonista, termina involucrado en una situación oscura. Y de repente pierde su barco y un policía (Alfredo Zenobi) lo presiona para que encuentre al desaparecido Leo, de lo contrario él mismo será acusado de robo.

Por un lado la atmósfera se vuelve nostálgica por poder ver una vez más en pantalla a Pablo Cedrón con la vitalidad que el cine tiene la capacidad encapsular para que nos olvidemos por un rato que el actor falleció ya hace varios años.

Pero por otra parte, no es solo este sentimiento aflorado lo único que puede sostener el relato. Caballo de mar se entusiasma con lo no dicho a tal punto que peca de cerrada y bloquea el acceso del espectador. Por lo mismo los personajes se tornan llanos y las líneas dramáticas desdibujadas. Y mientras que la construcción visual es interesante y sólida, lo musical desentona.

La película crea lo que aparentemente es su propia femme fatale acorde a la historia interpretada por Ailín Zaninovich. Sin muchos más condimentos la narración avanza a ciegas hasta desatar el nudo en los últimos minutos.