Búsqueda implacable 2

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta segunda entrega, de la que también es productor y co-guionista el francés Luc Besson, no hace más que repetir exagerando al formula de la primera.

Nos obliga acarrear con la presencia del actor irlandés Liam Neeson en la piel de Bryan Mills, el ex - agente de la CIA no del todo retirado de la actividad que más le gusta (ya que puede ser contratado por quien necesite de sus servicios), con su bagaje privado de destrezas que le permitieron en la primera película poder salvar a su hija Kim de los secuestradores albaneses hefebofilos.

Luego de ese rescate, y habiendo eliminado a todos los involucrados, se fueron en paz y tranquilos hacia los EEUU, habiendo dejado la pesadilla detrás.

Pero como el filme recaudó mucho, pero mucho más de lo esperado, se vino cuatro años después la “secuela”.

Esta producción comienza en el entierro de los muertos de la primera película, donde el padre de uno de los secuestradores, el jefe de la gran familia, Murad Krasnihy (Rade Serbedzija) jura venganza.

Entonces, elipsis temporal mediante, pues sólo así se explicaría algo de lo que sucede a continuación, es que en relación al entierro de los malos de la primera parte de la saga nos encontramos con el bueno de Bryan Mills yendo a socorrer a su ex – mujer por el estado de angustia producida por su separación reciente de su segundo marido. ¿Cómo?

Justificativo suficiente para que invite a las dos mujeres, su ex y su hija, a pasar unos días de vacaciones en Estambul, adonde él ira a trabajar por un par de días y luego queda liberado.

Lo que no sabe es que el malo de Murad esta al acecho, y cuando se da cuenta es tarde. Tomado como rehén junto a su ex - mujer Leonor (Framke Janssen), pero con el tiempo suficiente como para avisarle a Kim (Maggie Grace) para que se esconda.

Pero de tal palo tal astilla, Kim convence a su padre que le indique que hacer para rescatarlos y Bryan, además de ser un superdotado intelectual, casi un Einstein del re-contraespionaje, tiene un GPS en algún lado del cuerpo, no esta determinado exactamente ese espacio físico, pero que lo tiene, le juro que lo tiene, pues en todo momento sabe donde esta ubicado????

De esta manera puede ir indicando qué, cómo, dónde y cuándo Kim debe hacer lo que debe hacer para lograr su propósito.

La redundancia explicativa en la presente crítica es directamente proporcional al pleonasmo en el filme, lo digo para justificarme, aunque la realización no lo justifique. ¿Se entiende? Continúo.

Si la primera dejaba un cierto olorcito discriminador con los habitantes del viejo continente, léase EURO, éste dobla la apuesta e incluye a los turcos.

Sólo que por momentos las vistas de la ciudad hacen más apacibles la tortura por los minutos que va durando cada escena, cada secuencia, hasta un final extremadamente previsible, y eso sin considerar que como en toda obra audiovisual de acción cada plano dure segundos.

Técnicamente es tan irreprochable como la primera, si quisiera ser benévolo, hasta podría descubrir algo de la obsesión de Luc Besson en su idolatría, que comparto, por el género femenino, pero me parece que es hilar demasiado fino en un producto hecho para recaudar dinero.

Entonces para poder definirlo correctamente vale decir que “Taken 2” tal su nombre en idioma original, no es más que un catálogo de lugares comunes del genero, casi un pequeño diccionario de cine de acción ilustrado, con tanta violencia glamorosa y excitante como su antecesora.

Pero lo peor es que, como en la del 2008, lo más flojo está no en la actuación de Liam, sino en que no es creíble su personaje ni por construcción, ni por definiciones al respecto. Tampoco ayuda demasiado la construcción de los otros personajes, si bien madre e hija hasta resultan empáticas, las líneas de dialogo y la resolución del personaje malo, interpretado por el aquí desperdiciado actor croata, son impresentables.

Los amantes de este tipo de filmes podrán pasar un tiempo en su salsa, pero como la ausencia de condimentos es extrema al salir les quedara sabor a nada. Supongo