Buscando un amigo para el fin del mundo

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

Si la cosa no funciona, subí el volumen
No sabia que esperar de Buscando un Amigo para el Fin del Mundo. ¿Comedia romántica en medio del apocalipsis? ¿Steve Carell y Keira Knightley como pareja?
Por fortuna todos mis interrogantes fueron resueltas con claridad: la cosa no funciona. La cosa es la película. Este pastiche que intenta manejar humor, romanticismo, angustia existencial y desesperación de la humanidad no logra nunca el tono adecuado para que nos dejemos llevar por el relato.
¿Cómo es la cosa? Dodge (Steve Carell) es un hombre que trabaja en seguros y está infelizmente casado. O al menos eso se intuye cuando su mujer ante el inminente fin del mundo decide salir corriendo (literalmente) de su lado. Pero él, como buen perdedor, continúa su rutina de trabajo mientras el mundo entra en pánico y sus amigos cometen todos los excesos posibles. En medio de esa batahola conoce a su vecina Penny (interpretada por la flaca Knightley) que es todo "frescura", "espontaneidad" y "extravagancia". ¿Por qué las comillas? Porque se notan tanto los hilos del personaje que es casi un muñeco de trapo, y por cómo se viste, podría serlo. Difícil sentir a ese personaje como algo libre y natural cuando se nota tan procesado para ser "especial". Tampoco ayuda una Knightley que abusa del registro morisqueta–lagrimeo-sonrisa-espontánea.
El comienzo cruza lo patético y el desenfreno, nos sentimos descolocados pero a resguardo por la cara de nada de Dodge que logra ser un puching ball encantador con su falta de reacción, pero cuando la historia deviene en romance se hace patente la falta de química de la pareja. Nunca sucede ese momento donde advertimos el porque de ese amor tan profundo.
El relato va forzando situaciones (el perro, el suicida del auto, el ex novio marine) y a medida que se alejan de la ciudad (centro de perversión: ausencia de moral, sexo sin amor, drogas peligrosas) el viaje se va transformando en uno hacia la iluminación campirana donde el hogar/padres es el santuario infantil donde se encuentra la paz. Al parecer el Apocalipsis se toma más tranquilo en el campo. Es bueno saberlo.
Lorene Scafaria en su debut cinematográfico luego de ser la guionista de Nick & Norah, Una Noche de Música y Amor no logra hacer pie en este mundo en cuenta regresiva. La suma de viñetas sin una cohesión narrativa muestra una historia de amor abrupta (y sin placer) donde se hace evidente la necesidad de subir el volumen de la canción triste para intentar emocionar.