Buscando justicia

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Casi del mismo barrio

La primera vez que visitó a un condenado a muerte, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) era todavía un estudiante haciendo una pasantía de verano. Quedó tan impactado por lo que vio, que inmediatamente supo que allí estaría su futuro profesional.

Una vez listo para comenzar a ejercer, una agrupación de Derechos Humanos con financiamiento estatal le asigna brindar asesoría legal a gente que no puede costearla. Se hace cargo de una oficina en Alabama, estado del sur del país con elevados índices de condenas a muerte, donde el racismo institucional seguía siendo incluso más fuerte de lo que Stevenson estaba acostumbrado a presenciar. 

Solo con la asistencia de Eva (Brie Larson), una activista local que se convertiría en su mano derecha dirigiendo la organización que fundaron juntos, Bryan toma los casos de todos los condenados a muerte que esperan ejecución en el distrito. Entre ellos estaba el que sería uno de los más notorios de su carrera.

Walter McMillian (Jamie Foxx) llevaba varios años en el corredor de la muerte, pero al joven abogado le alcanzó apenas una lectura del expediente para convencerse no solo de que no había cometido el horrible homicidio por el que estaba condenado a morir en la silla eléctrica: también que en su arresto y posterior juicio se habían cometido serias irregularidades de las que todo el sistema parecía ser cómplice.

Como suele pasar al ficcionar una historia real que se estiró largos años, Buscando Justicia tiene muchos baches temporales donde no hay nada para contar, pero se las ingenia cruzando su eje central con varias historias secundarias, las cuales le ayudan a mantener el ritmo y completar el mundo aledaño al caso McMillian para que no se quede en una simple crónica judicial.

No hay sorpresas en la trama y es fácil anticiparse a los hechos antes de que sucedan, pero si igualmente resulta atractiva es justamente porque tiene algo más de lo que quiere hablar, además de un caso policial concreto.

La verdadera dificultad de Bryan no es desenterrar las pruebas de la inocencia de su cliente, esa parte de la trama queda revelada bastante rápido. La pared con la que choca una y otra vez, es que esa verdad no le interesa a las personas que detentan el poder en ese rincón del mundo. No odian puntualmente a la persona que quieren ejecutar ni puede decirse que siguen un plan maestro del mal acusando a McMillian, simplemente se dejan llevar por sus pequeñas mezquindades personales y prejuicios, lo que en realidad resulta incluso más desesperanzador y angustiante porque se siente terriblemente real. 

Quizás para no competir con la potencia de una historia real tan reciente, toda la puesta en escena evita los grandes despliegues visuales y se centra en sus personajes. Ellos caminan por el delicado equilibrio necesario para lograr un drama que emocione sin pasarse de solemne, ni subrayar de más el discurso político que es central para la propuesta, algo que Buscando Justicia  logra con bastante éxito.