Buscando justicia

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

En la oscuridad

En lo que atañe al entramado hollywoodense los thrillers policiales se suelen diferenciar mucho de sus homólogos jurídicos porque mientras que los primeros gustan de centrarse en la investigación del delito y la búsqueda a veces pírrica del responsable principal, los segundos en cambio están consagrados a una lucha dialéctica que en términos prácticos viene a reemplazar el “juego” previo del gato y el ratón, ahora enfrentando a las huestes del Estado (la fiscalía) contra el sospechoso y su abogado defensor (el sector privado) dentro de una locura altisonante de carácter kafkiano que se condice con las payasadas legales -y sus mil vueltas de tuerca- de las sociedades modernas, siempre prestas a volcar la balanza de la justicia hacia el bando más rico/ poderoso/ influyente en el imaginario público en pos de impunidad o conveniencia, amén de una desidia que siempre aparece en el horizonte social.

Asimismo el campo del suspenso judicial o courtroom dramas apuesta intermitentemente a la defensa del inocente, al batallar por la condena del culpable y/ o hasta en ocasiones a jugar con las expectativas casi siempre bien literales y torpes de los espectadores, como en el caso de las maravillosas anomalías Anatomía de un Asesinato (Anatomy of a Murder, 1959), de Otto Preminger, y La Verdad Desnuda (Primal Fear, 1996), de Gregory Hoblit. Lamentablemente Buscando Justicia (Just Mercy, 2019) se ubica muy lejos de aquellas debido a que nos ofrece una versión bastante pobre de la rama militante antiracista en particular, trabajando sobre terreno político ya ganado por la comunidad afroamericana dentro de Estados Unidos en otra de esas jugadas sobre seguro que tanto adora el aparato cultural mainstream de nuestros días, adepto a subrayar una igualdad que nadie cuestiona.

Más allá del detalle contextual oportunista, esta película escrita y dirigida por Destin Daniel Cretton cuenta con un desarrollo de lo más lerdo y un metraje excesivo de 136 minutos que giran alrededor del comienzo de la práctica profesional de Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), un joven abogado graduado de la Universidad de Harvard que se dedica a darle representación legal a reos que pueden haber sido falsamente acusados o condenados, a presidiarios pobres que no tuvieron una defensa digna, a cualquiera que se le haya negado un juicio justo y en especial a los condenados a muerte en el Estado de Alabama, todo mediante una organización sin fines de lucro llamada Iniciativa para la Justicia Equitativa (Equal Justice Initiative). Inspirado en las memorias de Stevenson, el film toma como caso testigo al de Walter McMillian (Jamie Foxx), un negro que a fines de la década del 80 del siglo pasado espera ser ejecutado por el homicidio de una mujer blanca a pesar del enorme volumen de evidencia que lo exonera y que el único testimonio que fue utilizado para la condena vino de parte de un prisionero para nada fiable, Ralph Myers (Tim Blake Nelson).

Se podría decir que no sólo Cretton y su coguionista Andrew Lanham se toman demasiado tiempo para presentar el caso sino que lo hacen desde un tono gris monótono que confunde seriedad con chatura dramática y carencia de verdaderos giros o sorpresas en el devenir retórico. Por otro lado, el desempeño de Jordan, Foxx, Nelson y Brie Larson como Eva Ansley, la socia de Stevenson en tamaña faena, es correcto y en general se agradecen las buenas intenciones de fondo vinculadas a denunciar las múltiples humillaciones de turno y a echar luz sobre los rincones más oscuros del sistema judicial estadounidense y todas las personas olvidadas que estos esconden, dentro del marco de una clara militancia en contra de la pena capital en el país del norte. El director redondea alguna que otra escena lograda como por ejemplo la de la sumaria electrocución de Herbert Richardson (Rob Morgan), otro morador del pabellón de la muerte como McMillian, no obstante el mejor trabajo de Cretton continúa siendo Short Term 12 (2013) porque Buscando Justicia cae en la misma medianía de I Am Not a Hipster (2012) y El Castillo de Cristal (The Glass Castle, 2017).