Buscando a Myu

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

En los documentales el “tema” o la pregunta disparadora suele ser muy determinante de toda la película. El caso de Buscando a Myu es un ejemplo claro de lo que sucede narrativamente cuando abrimos demasiadas capas de interrogantes sobre un mismo disparador y la hipótesis que de alguna manera postula el documental se desarma.

El mismo director es protagonista y narrador, creando para esta trama un alter ego llamado Garrick, una suerte de mago y psicólogo a la vez. El filme comienza y vemos que la mirada del narrador está focalizada en su hija – una pequeña de menos de 7 años – y en la relación de ella con su “amiga imaginaria”: Marita.

La mirada y la voz en off (en un modelo expositivo de relato) sigue a la niña todo el tiempo, pues a través de sus acciones y de sus alucinaciones con Marita (?) surge la pregunta disparadora, aquella que apunta al tema de la percepción y por otra parte más colateral al tema del recuerdo.

Si la pregunta es acerca de la existencia de otra realidad solo posible de ser percibida en la infancia, el desarrollo de la misma no es nítido en su evolución o complejidad, es diversificado y variable ya que parece relacionarse con varias cuestiones a la vez, como multiplicando las posibilidades de la pregunta pero sin asentarse mucho tiempo en ninguna respuesta posible.

La pregunta cae en mundos y submundos temáticos en los que hace pie por un instante y luego cambia de eje nuevamente: en el plano de lo espiritual, de lo científico, de lo paranormal, de lo extrasensorial, de lo alucinatorio, de lo psicológico, de lo mágico, etc.

Lo primero que aparece como campo es el científico, aquel donde se puede ahondar un poco en la posibilidad neurológica de que el cerebro en la infancia pueda percibir otras realidades imposibles para el resto de los hombres. Particularmente en esa línea de tiempo antes de los 7 años, un umbral que luego se borra a partir de una serie de cambios cognitivos y neuronales que nos modifican la memoria inicial.

Más allá de que no sea posible certificar esto neurológicamente, la pregunta sobre el la posibilidad cerebral de este hecho entra y sale del documental uniendo algunos de los otros fragmentos.

Sin duda la narración intenta llegar a un lugar conclusivo, una respuesta parcial pero posible sobre lo que no tiene una explicación definitiva y final.

Cuando la pregunta aterriza en el terreno de la “imaginación en la infancia” cobra muchas aristas más atractivas y versátiles. La imaginación y sus terrenos incomprobables que dan por válido algo mágico porque así creen que funciona la realidad, sin Newton ni la ley de la gravedad, sin los manuales de física sino con las narraciones creadas por lo imaginable.

Pero el documental se fuga muy rápido de este tema, así como se pierde en el tema del recuerdo, dando unos pasos por estos planos, solo unos pocos que no logran echar raíces más allá de una intención que queda en la superficie.

Por Victoria Leven
@LevenVictoria