Buscando a Dory

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Pixar planta bandera a la hora de anunciar sus próximas películas. Con un positivo historial que reivindicó a la compañía luego de algunos tumultos tras haber sido absorbida por Disney, Monsters University demostró que los ya conocidos personajes todavía pueden ofrecer algo de su carisma. Buscando a Dory planea ser otra más de las exitosas secuelas de Pixar (por lo menos en taquilla) mientras esperamos por Los Increibles 2 y Cars 3, entre otras.

Al igual que en Cars 2, los guionistas y productores, posiblemente pensando en lo que rindió el merchandising de los juguetes y suvenires de las primeras partes, dedican sus secuelas a un personaje que originalmente era secundario y lo transforman en protagonista. La pregunta para muchos era si realmente Dory funcionaría como personaje principal o si su lugar era ser la ladera de Marlin (papá de Nemo). La pérdida de memoria de Dory no afecta a los espectadores quienes recordarán que su predecesora ofrecía una historia muy parecida y de proporciones más épicas que esta secuela/spin-off que no logra estar a la altura de las expectativas. Así Buscando a Dory sufre el inevitable inconveniente de tener que luchar contra la idealización de una exitosa primera parte y una falta de frescura de un argumento que ya se ha visto con la única variable nueva de algunos personajes que debutan acompañándola en su nueva aventura.

Aun así el sello de lo mejor de Pixar, con todas sus virtudes, se hace presente en buena parte de la película. Una vez que sienta las bases del nuevo argumento cerciorándose que nadie que no haya visto Buscando a Nemo se quede atrás, Dory logra trazar su propio camino con algunas escenas entretenidas que también se guardan el efecto Disney de dramatismo que no logra evitar el golpe bajo y la oportunidad de angustiar a algún que otro niño o adulto desprevenido.