Buscando a Dory

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

A trece años de haber enamorado a los cinéfilos de todo el mundo con la historia de Marlin y Nemo, padre e hijo que, junto con la ayuda de la olvidadiza Dory tienen que reencontrarse física y metafóricamente, Disney – Pixar nos trae Buscando a Dory, una innecesaria pero aun así efectiva secuela.
Un año después de haberse embarcado con Marlin en una aventura que la hizo recorrer todo el océano, Dory tiene repentinamente un recuerdo que la lleva a una pista de donde puede estar su hogar, el de sus padres y únicos familiares. Insistente e impulsiva como es, arrastra a Marlin y Nemo en una aventura a través del océano para poder encontrar a su familia y así poder recuperar una parte de su vida que creía olvidada (y perdida) para siempre.

El guion es básicamente un refrito de Nemo, en el cual Marlin vuelve a ser ese pez miedoso y demasiado cauteloso, desconfiado de todo y de todos (como si todo lo aprendido en la película o aventura anterior no hubiese existido), Nemo vuelve a estar en desacuerdo con él, y el gran cambio es que acá es Dory quien se pierde accidentalmente por culpa de los tratos sobreprotectores de Marlin.

Buscando a Dory es claramente una película para un público más chico que aquel que disfruto de su predecesora, y así está planteado su guion. Escenas cortas, colores versus sombras, la acción dividida en muchos pequeños momentos y los obstáculos son acá mucho más claros y menos metafóricos también.

El punto fuerte en esta entrega vuelve a ser el elenco. La gracia que la voz de Ellen Degeneres puede lograr es innegable, cada frase que dice tiene la perfecta tonalidad y el remate de los chistes es perfecto. El resto del elenco está a la altura de este tipo de películas que más se parece a la saga de La era del hielo que a una película de Disney – Pixar.

La gran pregunta que nos dejan estos films es ¿para qué hacer una secuela? No parece haber detrás de Buscando a Dory una necesidad real de contar una historia como si pasaba con Nemo, sino más bien un intento de ampliar una película que era perfecta en su concepción inicial, haciendo de este film un producto bueno, pero más bien innecesario.