Bus 657: El escape del siglo

Crítica de Hernán Cortés - InfoCine

Si se habla de películas sobre toma de rehenes en un colectivo es inevitable mencionar a la brasileña Última parada 174 (2008), basada en un suceso real en el que un adolescente secuestró durante cinco horas a los pasajeros de un bus en Río de Janeiro y que mantuvo al mismo tiempo atrapado a un país frente a la cobertura en vivo de la TV. Comparado con aquel film tan sincero y visceral, Bus 657-El escape del siglo, si bien parte de la misma premisa, es apenas mero entretenimiento con algunas groseras licencias de guión.

El inoxidable Robert De Niro encarna aquí al dueño de un casino con perfil mafioso al que llaman El Pope (o El Papa, digamos). En aquel ambiente donde rige la política del garrote, donde no hay piedad con deudores y/o enemigos, trabaja como croupier Vaughn (Jeffrey Dean Morgan), que debe reunir la friolera de 300 mil dólares para operar a su hija de una delicada enfermedad. Luego de solicitar esa suma al Pope, quien no solo se la niega sino que lo amedrenta a través de sus matones, Vaughn decide mexicanear a su patrón. Junto al hombrón Cox (Dave Bautista), uno de los patovicas del casino, y un par de cómplices planearán un asalto a la bóveda del lugar, enterados de que la caja es engrosada por dinero lavado. Pero el atraco no saldrá como lo esperaban y se verán obligados a secuestrar un bus para escapar (el 657 del título).

Lo que sigue es una persecución con reminiscencias a Máxima velocidad (1994). Los asaltantes reducirán sin problemas al chofer y a los pasajeros, pero la policía ya está alertada y saldrá tras ellos. Como en toda toma, habrá un negociador (la agente interpretada por Gina Carano) y un referente de los delincuentes, que será Vaughn, cuya serenidad contrastará con los nervios de sus compañeros.

No se pretende desde aquí, puesto que se desconoce, enfatizar sobre lo que corresponde hacer en esas situaciones. Pero la adrenalina de Bus 657 no impide plantear juicios desde el sentido común: ¿un colectivo con rehenes puede trasladarse una enorme cantidad de kilómetros escoltado por la policía sin que esta intervenga?: en caso de que la Ley forme una barricada, ¿puede deshacerse en un santiamén por "sugerencia" de los delincuentes? ¿un policía suspendido por una negligencia puede ser reincorporado en el acto, sin la más mínima burocracia? ¿pueden el negociador y el cabecilla estar en un tete a tete como viejos conocidos?

Pese a estas situaciones inverosímiles y cierta redención del personaje de De Niro que no aporta en absoluto, la película logra mantener la tensión (mérito de una buena actuación de esa cruza de Javier Bardem y George Clooney que es Morgan) y tiene como agregado una vuelta de tuerca a-la-Nueve-Reinas que suma algún punto. No es poco para una película cuyos objetivos están claros desde su primer fotograma.