Buenos vecinos

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Aires de nueva comedia americana

Con dosis medidas pero devastadoras de humor escatológico e incorrección política, el director Nicholas Stoller (el mismo de Eternamente comprometidos) logra fusionar un poco de Qué pasó ayer con la obra de los hermanos Farrelly.

En apariencia, Marc (Seth Rogen) y Kelly (Rose Byrne) están satisfechos por como salieron las cosas. Están en el inicio de su vida de casados, son padres flamantes, se sienten enamorados y cómodos en su rol de esposos y bastante lejos de lo que se supone que significa la fiesta permanente de los días como despreocupados estudiantes.
Sin embargo, el perfecto equilibrio empieza a dar muestras de inestabilidad con la llegada a su nuevo barrio de una fraternidad –esos clubes universitarios de gente afín, dedicados a pasarla bien–, con su habitual menú de fiestas, ruido y excesos varios.
Dispuestos a no arruinarles nada a nadie, el matrimonio llega a un cierto entendimiento con Teddy (Zac Efron), el presidente de la fraternidad, y parece que casa sector puede vivir sin molestar al otro.
Pero algo sale mal y empieza la guerra entre los jóvenes padres –que se ven a si mismos como cool pero responsables– y los jóvenes en serio, con todo lo que eso significa.
Una vez más, Rogen interpreta a esa especia de niño grande, de un corazón enorme y un poco bobalicón (como hizo en Ligeramente embarazada o Hazme reír, solo por citar dos de sus trabajos), acompañado por la eficaz Rose Byrne (la misma de La boda de mi mejor amiga), y del otro lado Zac Efron, que luego de High School Musical lo intentó con varios dramones olvidables, estuvo más que aceptable en Hairspray y finalmente parece que encontró su lugar en el mundo cinematográfico en la comedia, interpretando a un joven vengativo y bastante perverso.
Cruza de géneros entre las películas centradas en el desenfreno estudiantil y las historias de jóvenes en tránsito hacia el mundo adulto, Buenos vecinos es sin lugar a dudas parte de la llamada nueva comedia americana, con un director como Nicholas Stoller (realizador de Eternamente comprometidos y Misión Rockstar), formado en la cantera de Judd Apatow, algo así como el patriarca del género, que para muchos se domesticó y se puso más conservador.
Por el contrario, Stoller parece reivindicar la ferocidad perdida con dosis medidas pero devastadoras de humor escatológico e incorrección política, pero cuidando que cada uno de los personajes tenga un desarrollo completo, que dentro del planteo de subir la apuesta más y más con chistes groseros o situaciones incómodas, esté justificado por el perfil de los protagonistas, dando como resultado un relato que de alguna manera se las ingenia para fusionar con éxito el "legado" de la saga de Qué pasó ayer con la obra de los hermanos Farrelly.