Buenas noches Malvinas

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Fabián Bustos tenía 18 años en 1982 y estaba haciendo el servicio militar (la colimba como se la conocía popularmente). Ese 2 de abril, la Junta Militar encabezada por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri desembarcó en las Islas Malvinas dando comienzo al conflicto bélico con el Reino Unido y Fabián fue movilizado junto a su compañía. De la noche a la mañana se había convertido en un soldado en tiempo de guerra. Mientras tanto, en casa, sus padres, Dalmiro y Elena, y sus dos hermanos menores, Javier y María Elena, vivían atentos a las noticias que podían recibir de la guerra y acerca de la suerte del hijo mayor de la familia.

Fabían sobrevivió a la experiencia e incluso pudo plasmarla unos años después en un libro, “Crónicas de un soldado”. Su historia no es muy diferente a la de otros ex combatientes aunque tiene sus especificidades además de su particular mirada. Una de las cosas que la hace más distintiva no lo involucra tanto a él como a su familia. Sus padres, Dalmiro y Elena, ante la incertidumbre de la situación tomaron parte activa en el armado y sostenimiento de una red de contención entre familiares de soldados en la ciudad de La Plata que incluía la circulación de la información disponible, el apoyo mutuo y actividades varias que incluían entre otras cosas un programa de radio llamado “Buenas noches Malvinas” (sí, parece una referencia a Good Morning Vietnam, pero resulta que la película de Barry Levinson es de 1987). De esta manera pudieron ir sobrellevando la angustia y el miedo en los dos largos y penosos meses que duró el conflicto hasta que Fabián pudo regresar.

Ana Fraile y Lucas Scavino ya habían trabajado juntos en el documental Quién mató a mi hermano (2019) que también tomaba un caso público, como el asesinato de Luciano Arruga por parte de la policía bonaerense, desde la perspectiva de los familiares y el retrato de su movilización, que en aquel caso se centraba en Vanesa, la hermana de Luciano. En este segundo trabajo a dúo, los realizadores hacen una operativa similar ya que, aunque Fabián vive y participa del documental, el eje del relato se corre hacia sus familiares, a cómo estos procesaron la situación. La voz cantante pasa entonces a padres y hermanos, los primeros contando la experiencia de tener un hijo en el frente y la de compartir esta vivencia con otros, los segundos, que entonces eran adolescentes, el cómo sobrellevaron a su modo esta inesperada ausencia. En todos estos relatos se mezcla la angustia, el miedo y hasta la culpa, pero también la solidaridad y la necesidad de no estarse quieto, de hacer algo por uno y por otros en la misma situación.

La experiencia de Fabián en Malvinas la tenemos a partir de fragmentos de su libro leídos en off por Rafael Spregelburd. En estos pasajes se aprecia la sensibilidad de aquel joven soldado contando tanto anécdotas como sensaciones, deteniéndose a veces en descripciones poéticas y detalladas de la fauna y del paisaje. Esta lectura es ilustrada por imágenes actuales de las islas cuya placidez contrasta con el frenesí de aquel entonces y en algunas de esas imágenes vemos a Javier recorriendo algunos de los lugares que alguna vez pisó su hermano mayor en circunstancias muy distintas. El propio Fabián, quien aparece entrevistado en el último tramo del documental, toma distancia y rechaza explícitamente la victimización.

A lo largo del film hay varias líneas y algunas funcionan más o menos que otras. En las entrevistas con Javier y María Elena está presente un grupo de teatro espontáneo que funciona en parte de escucha y también reacciona a lo que estos cuentan con escenas improvisadas, un recurso que al principio parece interesante pero que finalmente no aporta demasiado. No obstante es en estos pasajes, en los relatos de los hermanos, donde se encuentran algunos de los momentos más emotivos de la película. La Guerra de Malvinas fue abordada por el documental argentino desde muy temprano y continúa haciéndolo hasta hoy (también este año se vio en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 1982, sobre la manipulación mediática del conflicto). Buenas noches, Malvinas es un documental breve (poco más de una hora) pero sin apuro, que se toma su tiempo para dar lugar a lo emotivo o a lo reflexivo y ofrece sobre el tema una mirada íntima y original.

BUENAS NOCHES, MALVINAS
Buenas noches, Malvinas. Argentina, 2020.
Dirección: Ana Fraile, Lucas Scavino. Testimonios: Dalmiro Bustos, Elena Noseda,Javier Bustos, María Elena Bustos, Fabián Bustos. Relato en Off: Rafael Spregelburd. Fotografía: Fernando Lorenzale. Montaje: Lucas Scavino. Música: Sebastián Escofet, Rodrigo Sánchez. Sonido: Sergio Cabrera. Postproducción de Imagen: Gustavo Gorzalczany. Producción Ejecutiva: Eduardo Sánchez, Ana Fraille. Duración 66 minutos.