Bruja

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Gualichos, corrupción y red de tratas en la película de Marcelo Páez Cubells.

La luna se refleja limpia en el agua mientras la abuela le enseña a utilizar sus poderes heredados a la pequeña Selena (Érica Rivas), quien crece con el estigma de la “bruja” del pueblo ante la mirada ajena. Los fuera de focos de la cámara delinean los momentos que entra en trance, esos pocos momentos que utiliza su magia en respuesta a actos injustos.

Selena vive con Belén (Miranda de la Serna), su hija, en una humilde chacra. Cultiva hortalizas y le trata de enseñar a controlar sus dones. Como cualquier chica de su edad, Belén quiere tener un celular y salir a bailar. Es así, que en una fiesta de la escuela, Belén y sus amigas conocen a un chico que les promete trabajo como promotoras. Y un día las lleva engañadas, las entrega a Marisa (Leticia Brédice), quien maneja una red de prostitución.

La desesperación de Selena por hallar a las chicas, la llevará a ponerse al frente de una búsqueda en la que utilizará todos sus poderes de bruja, y hasta su propio cuerpo. Bruja comienza algo onírica en sus imágenes, como pictórica, inclinándose hacia el terror, pero con el transcurso del tiempo se convierte en verdadero drama. La magia funciona como pretexto para poder abordar el tema de la trata de personas.

En este sentido no ayuda cuando el personaje de Pablo Rago, uno de los padres de las jóvenes desaparecidas, se pone a recitar datos tipo manual instructivo, lo cual le resta verosimilitud y tono al relato; así como la actuación exacerbada de Leticia Brédice, quien recrea un personaje que roza con lo caricaturesco.

Si bien desde lo narrativo es un film confuso y le cuesta fusionar los ejes temáticos: el de la trata y la brujería, sin dudas es Érica Rivas quien hecha luz al asunto otorgando nervio y vitalidad, con una gran actuación (como nos tiene acostumbrados). Encarnando a una Selena combativa, resiliente; a una madre que no llora ni se queda pasiva… a una heroína, una justiciera.