Bruja

Crítica de Gimena Meilinger - Cuatro Bastardos

Bruja: Poca magia, poca trata.
Marcelo Páez Cubells llega a los cines con su tercer largometraje, vendiéndose como cine de género, pero siendo meramente un policial que narra la desesperación de una madre porque su hija ha sido secuestrada para la trata de personas.
Selena (Érica Rivas) es madre soltera de Belén (Miranda de la Serna) de casi 17 años. La película comienza con Selena siendo niña, aprendiendo brujerías de parte de su madre (Rita Cortese). De allí al presente, donde convive con su hija adolescente en las afueras del pueblo, discriminada por los vecinos, ajena a la tecnología y cultivando sus propios frutos en la huerta.
Belén, a pesar de no tener permiso de su madre, se apunta con unas amigas para ser promotora en una carrera automovilística. Pero el trabajo que parecía una primera buena experiencia termina siendo un secuestro para introducir a las chicas en la prostitución, encerrándolas en un búnker a cargo de una “madama” (Leticia Brédice). Así, Selena saldrá a la caza de estos criminales para poder recuperar a su hija.
Érica Rivas – excelente su interpretación – y Leticia Brédice son las grandes protagonistas de la historia, aunque tanto talento se pierde por completo en una trama ineficiente. Además tenemos una breve aparición de Rita Cortese sobre el comienzo y a Pablo Rago, que aporta la “contracara” del slogan de la película, pero que no le da nada a la propia historia. Por otro lado, es el debut actoral de Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna, y también actúa Juan Grandinetti, el hijo de Darío Grandinetti.
El guion de Matías Caruso es incoherente por donde se lo mire, y eso hace fallar todo en los 100 minutos de película. Una historia superficial sobre un tema tan profundo como la trata de personas. No hay nada de brujería ni esoterismo, que es lo que prometía el tráiler. En su lugar hay una narración demasiado previsible y tosca. Además, como muchas producciones de nuestro país, Bruja comienza lento, tomándose su tiempo y, de repente, deben cerrar todos los cabos sueltos en los últimos minutos, lo cual queda torpe en la vorágine del final.
Los FX directamente provocan una risa incómoda en el espectador ya que anulan toda la credibilidad que podría haber tenido el relato. Lucecitas, fuego, humo y auras de colores decantan en el ridículo.
Las historias de la brujería y de la trata de personas nunca se cruzan y esto le quita cualquier interés a la película. Comienza bien con la narración de la hechicería, donde parece que se va a ver cine género, pero luego da un giro de 180° inexplicable hacia el drama policial sobre la trata de personas, tema que toca muy por encima sin darle la importancia que merece. Todo esto genera problemas graves a la hora de poder disfrutar la película, tanto que hasta los propios personajes parecen perdidos dentro de los ejes narrativos.
Bruja falla. Hace agua. No es un género ni otro. Ni una historia rara que vale la pena ver. Parece mucho más larga de lo que es, por lo que llega a aburrir. Una lástima que se haya desaprovechado semejante oportunidad de hacer buen cine de género, algo que escasea en nuestro país