Brooklyn

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es difícil volver a casa

Una joven inmigrante irlandesa, entre dos amores: un filme impecable, romántico y real.

La historia de Brooklyn, la octava y última película candidata al Oscar en estrenarse en nuestro país, plantea infinidad de cuestiones al espectador. Muchas referidas al amor, al sentirse completo o vacío. A estar dispuesto a pegar una vuelta al hogar, desafiar el destino, apostar al futuro.

Brooklyn es también una historia de inmigrantes y de un amor entre seres de distintas culturas. Eilis (la siempre sorprendente Saoirse Ronan) vive en su casa en Enniscorthy, al sudeste de Irlanda, con su madre y su hermana. Es 1952. Sabe que puede quedarse hasta apolillarse ahí, en la claustrofóbica vida provincial, o subirse a un barco que la lleve a la impersonal Nueva York e intentar una nueva vida.

El director John Crowley, que es irlandés, presenta a Eilis como una joven tímida, virginal pero de carácter y, a su manera, decidida. Sabe pintar el mundo irlandés en Brooklyn, desde la casa donde va a vivir con otras jóvenes inmigrantes, regenteada por la Señora Keogh (una exquisita y compradora Julie Walters) a su relación con el cura que interpreta Jim Broadbent.

Por supuesto que la llegada del amor es la que le da el cimbronazo más fuerte a la protagonista. Más, llegando de alguien lejano a su comunidad, como el joven plomero italiano Tony (Emory Cohen).

Es a partir de ese momento en el que la película, cuando una crisis familiar la reclame del otro lado del océano, plantea las preguntas del comienzo.

¿Dónde late nuestro corazón, dónde es nuestro hogar? ¿Se puede empezar de nuevo allí desde donde se fue? ¿Vale la pena? ¿Es un esfuerzo o un placer?

Nick Hornby adaptó la novela y best seller del escritor y periodista irlandés Colm Tóibín con afecto y hasta se diría delicadeza. Porque la incertidumbre que proviene de la indecisión de esta joven entre dos amores y entre dos formas de vida está plasmada en el libreto con naturalidad, ya desde la construcción de los diálogos, o del armado de cada escena.

Y porque Booklyn escapa de la dicotomía entre un hombre bueno y uno malo, ya que es palpable la sinceridad de Tony y de Jim (Domhnall Gleason), y que Eilis bien podría ser igual de feliz con cualquiera de los dos.

Y es en esas interpretaciones más que caracterizaciones donde está también buena parte del éxito del filme. Que si conmueve y atrapa a cada instante es por la intensidad de Saoirse Ronan, y porque hace que Eilis sea real e imprevisible. Y si no gana el Oscar será porque Brie Larson en La habitación parece este año invencible.