Broken City

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

Folletín

Lo que sucede con Broken city es algo que a menudo solía suceder con el folletín literario en el Siglo XIX: son formatos destinados a entretener que se valen de determinado contexto socio político para contar una historia, siempre teniendo en mente la necesidad de sostener una industria. Es entonces que utilizaban todo un imaginario y lo trasladaban al relato buscando cautivar al público con temáticas crudas que, dependiendo de la habilidad del escritor, podían ser pastiches superficiales u obras consagradas. Recordar que fueron parte del folletín nombres como Charles Dickens o Stendhal nos recuerda que, a pesar de responder a un determinado formato, la obra se define en la habilidad del realizador.
Bueno, todo este prólogo es para dar a entender que Broken city, de Allen Hughes, pertenece a la categoría de pastiche superficial, sin ser necesariamente una mala película.
Esencialmente Broken city nos traslada al mundo del policial negro con todos sus clichés dando vueltas. Policía solitario, oneliners ingeniosos, ramas de corrupción que alcanzan a varios estratos, femmes fatales, asesinatos, pistas falsas y, sobre todo, cinismo. Sin embargo, el film en cuestión sólo toma el aspecto superficial del policial negro, construye un gran entramado que amenaza con complejizarse y contar una gran historia pero se simplifica notoriamente hacia el desenlace, dejándonos con el enfrentamiento entre Billy Taggart (Mark Wahlberg) y el alcalde Hostetler (Russell Crowe) en el medio del ring, olvidándose de todo el submundo que había construido. Es así que, sin dejar de lado el destacable trabajo fotográfico y actuaciones caricaturescas que responden perfectamente al clima general de la película, nos termina resultando insustancial y olvidable a pesar de que pasemos un buen momento viéndola.
Entonces, en esencia estamos ante un producto industrial increíblemente sencillo que echa a perder los méritos que tiene en la dirección y se formatea perdiendo la esencia del relato. Olvidable pero, por qué no, entretenida.