Boyhood - Momentos de una vida

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Los chicos crecen

El inclasificable y creativo cineasta estadounidense Richard Linklater siempre fue un innovador: en Tape desarrolló una historia en una única escena y en tiempo real, y para Despertando a la vida apeló a la animación digital sobre un rodaje con actores. Con la trilogía Antes del amanecer (seguida por …del atardecer y …de la medianoche) logró un hito cinematográfico: un abarcativo relevamiento acerca del espaciado vínculo entre un hombre y una mujer que significó. No conforme con esto, ahora –un ahora que llevo más de doce años– presenta Boyhood-Momentos de una vida, una exploración dramática de una familia disfuncional a lo largo de ese plazo, rodada sin cambiar actores: los intérpretes maduros van envejeciendo, los adultos poniéndose mayores, y los niños crecen hasta convertirse en adolescentes y jóvenes. La película se filmó entre 2002 y 2013, en sólo cuarenta días de rodaje.

En Boyhood, presenciar el transcurrir temporal de los personajes, sin ningún tipo de artificio digital o maquillaje, es un verdadero experimento cinematográfico y casi antropológico; en ese sentido, se trata de una verdadera proeza fílmica sin parangones.

A pesar de su ambiciosa complejidad artística, Boyhood es un film sencillo, sereno, desacomplejado, sin exacerbaciones melodramáticas innecesarias. Los personajes atraviesan por distintas circunstancias, algunas arduas, pero ninguna lo suficientemente traumatizante como para descarrilar una narración plácida, pero jamás monocorde, y siempre interesante pese a su extenso metraje. El amor al prójimo, los valores humanos y sociales y el sentido esencial de la vida signan los preceptos del film y lo enaltecen. La elección de Ethan Hawke, actor fetiche, indispensable de Linklater, no parece haber sido la ideal, porque permanece con su aspecto inmutable a través del tiempo, mientras que una –o varias– magnífica Patricia Arquette se destaca dentro de un elenco que se expande y crece junto a las imágenes. Y vale la pena apreciar la evolución física e interpretativa del ex niño Ellar Coltrane.