Borrando a papá

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Rehenes del rencor

Más allá de las polémicas suscitadas de las idas y venidas para el estreno del segundo documental de la realizadora Ginger Gentile (Mujeres con pelotas), acompañada por Sandra Fernández Ferriera, Borrando a papá (liberada a todo público gratuitamente unas horas por Youtube), resulta importante en primer término defender el derecho de todo espectador potencial por ejercer un acto de libertad y tras esa acción participar o no del debate que se construyó alrededor de la presión de diferentes ONG -en carácter de boicot- por considerar al film promotor desde sus conceptos de un mensaje peligroso y muy sesgado sobre los protagonistas, en este caso padres divorciados que, judicializados y estigmatizados por los juzgados de familia, intentan recuperar el contacto con sus respectivos hijos como parte de una lucha desigual con un sistema judicial que, ante la sospecha de violencia familiar, se escuda en el derecho de la madre, a veces injustamente ubicada en el lugar de víctima y no de victimario.

Son cinco los ejemplos elegidos por las directoras para dar muestra representativa de los resortes que movilizan una maquinaria judicial perversa por la que desfilan intereses de abogados, asistentes sociales, psicólogos y las propias ONG de fuerte tendencia feminista que, bajo el pretexto de defender los derechos del niño, consideran que los adultos en conflicto cuentan con el tiempo suficiente para reparar el vínculo. En realidad, en todo divorcio traumático, donde las partes no velan por el bienestar de sus hijos el daño colateral recae en ellos, en varias ocasiones como blanco de rencores de los padres por sus fracasos como pareja. Eso queda en evidencia cuando los testimonios a cámara se unen bajo las mismas coordenadas de enfrentamiento con madres que no entran en razón y utilizan su poder para hacerse cargo de la crianza de los niños de manera exclusiva y excluyente. Para ello una dura cámara oculta, que forma parte del núcleo de este mosaico de relatos recogidos por Gentile, alcanza como botón de muestra.

El estilo ágil en la edición también deja que se oiga la otra campana, en base a voces que defienden a rajatabla el sistema judicial y tratan de minimizar sus falencias o errores, así como el contraste entre abogados a favor de los padres y psicólogos en contra de ellos con los famosos argumentos del síndrome de alienación parental entre otros, funciona -dialécticamente hablando- para fijar un posicionamiento de las realizadoras, teniendo en cuenta que la propia Ginger Gentile vivió en carne propia el alejamiento de su padre divorciado, como consecuencia de la influencia de su madre y su discurso mentiroso.

Sin pretensiones de verdad absoluta, sin obscenas bajadas de línea, Borrando a papá merece el estreno comercial (ahora pautado para el 2 de octubre cuando debería haberse concretado el 28 de agosto) y quienes lo boicotean por las razones que sean, el repudio.