Borrando a papá

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

En nombre de los padres

Un documental del calibre de Borrando a papá inevitablemente acarrea polémicas y controversias, pero es un trabajo testimonial que, además de abordar una temática muy sensible para la sociedad, posee velados intereses creados detrás. Tuvo que intervenir el propio Incaa para que el film finalmente se dé a conocer, ya que sectores avalados por un sistema judicial engorroso mantenían el estreno sin fecha. Hasta la Presidenta de la Nación manifestó su preocupación por el tema, respaldando esta lucha, que tiene que ver con una infancia postergada, aquella que no puede gozar de sus derechos al vínculo tanto maternal como paternal.

Borrando a papá se ocupa específicamente de los casos comprendidos en la última acepción, padres que se ven impedidos de tener contacto con sus hijos, generalmente tras divorcios conflictivos, en los que en la mayoría de los casos la madre acusa falsamente al hombre de ser un sujeto peligroso y se arroga el derecho de decidir al respecto, amparada por leyes de discutible vigencia y de dudosa intransigencia. El documental de Ginger Gentile y Sandra Fernández Ferreira, además de ser ágil y contundente, aborda con lucidez una problemática que discrimina, estigmatiza y castiga al género masculino como una amenaza, mientras que a la vez denuncia oscuros negociados que giran alrededor de estos procedimientos tanto en la Argentina como en otros países del mundo, con precisas y conmovedoras evidencias audiovisuales. Por supuesto que ni el film ni este comentario pretenden justificar al hombre violento, pero como diría el entrañable Panigassi, “una cosa es una cosa y…”.