Borg McEnroe: la película

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

EL VOLCÁN Y LA PÓLVORA

Un 5 de Julio de 1980, dos leyendas del tenis definieron un encuentro histórico en la final de Wimbledon. Un partido que jamás se olvidará, donde Björn Borg y John McEnroe se enfrentaron en un binomio antagónico radical, “el hombre de hielo” vs “el joven rebelde”, y pusieron allí mucho más de lo que se define en un juego de alta competencia, porque este partido cambiaría sus vidas, y esos instantes quedarían sellados por siempre entre los muros del All England Club.

Este filme de Janus Metz, apunta a revelarnos las intimidades emocionales de estos dos titanes del tenis, a comprender sus más grandes temores, sus historias familiares, sus vínculos, sus fortalezas, sus debilidades y el desafío cotidiano durante el presente de aquella final. En esta suerte de biopic de ambos tenistas, y partiendo del acontecimiento de la final en Wimbledon, la película pone a la luz desde el punto de vista de los dos personajes, fragmentos de sus pasados iniciales y vivencias de sus presentes cotidianos, organizando en idas y vueltas temporales la estructura del relato.

La mirada Borg se define como la más protagónica a la hora de la construcción del filme y nos permite ahondar en la complejidad del conflicto que representa este enfrentamiento para nuestro personaje. El sueco cuatro veces consecutivas campeón del mundo, tambalea frente al fantasma del fracaso. Perder es algo impensable para Borg, batir el record de obtener 5 copas consecutivas lo obsesiona. Su identidad se derrumba frente al horror de verse como un pusilánime perdedor, pues allí solo ve el fin de su carrera, de su vida y el sinsentido absoluto de las cosas.

El joven John Mc Enroe se debate ante otros monstruos internos. El “joven rebelde” es el americano conocido por actitud impulsiva, agresiva y fuera de los protocolos. Se presenta como odiado por el público de Inglaterra, sin apoyo de su núcleo familiar y con la desesperada necesidad de comprobar que es alguien especial, capaz de ser reconocido como único para poder salir de las sombras de sus progenitores y de los fantasmas internos que lo acosan día a día.

El volcán de Borg y la pólvora del Mc Enroe, así aparecen delineados sus caracteres y tumultuosos mundos emocionales en sus veintitantos años de edad. Encarnados por Sverrir Gudnaso (Borg) y Shia LaBeouf (Mc Enroe), junto a la figura esencial del entrenador de Borg en la piel de Stellan Skarsgård, todos están impecables en su composición actoral.

La reconstrucción de época es cuidadosa y muy lograda definiendo con claridad visual la estética de los años 80. Entre el vestuario y la escenografía reconstruyen el momento con precisión y esto le suma una cuota de verosímil esencial a un hecho reciente y de carácter popular.

Janus Metz que ha dirigido muchos documentales, varios capítulos de la conocida serie True detective y otros trabajos televisión, logra golpes de efecto con el uso de una cámara móvil, encuadres dinámicos y una estética muy contemporánea pseudo documental. A su vez el trabajo de un montaje ágil y rítmico mantiene en el relato un tono de tensión constante como si no conociéramos el resultado de aquella final y quisiéramos revivir la ansiedad del encuentro, haciendo de los 100 minutos del filme un ir y venir en el tiempo con cortes enérgicos y una edición de los momentos de juego algo móvil y elíptica.

En una escena clave (ya verán cuál) una frase aparece inscripta sobre la pantalla “Si te puedes encontrar con el triunfo o con el fracaso, trata a estos dos impostores de la misma manera”, una cita del poeta inglés del siglo IXX Rudyard Kypling. Sin duda una reflexión potente para un filme donde ganar o perder pareciera definir la vida de los hombres.

Por Victoria Leven
@victorialeven