Bolishopping

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Ajustado retrato de la explotación

En la Argentina -informa la película en su inicio-, hay unos 3000 talleres cladestinos de confección de ropa que emplean, en negro y en condiciones cercanas a la esclavitud, a unas 40.000 personas, la mayoría de ellas provenientes de Bolivia. El estreno de Bolishopping llega un par de semanas después del incendio de un taller textil en el barrio de Flores, que provocó la muerte de dos niños y tuvo gran despliegue en los medios. Y lo cierto es que la historia funciona como síntesis precisa y ajustada de las penurias de esos trabajadores explotados impunemente, de su monótona vida cotidiana y de sus módicos sueños por lo general truncados. Stigliani define con rigor y convicción el territorio de esta cruda ficción realista y consigue que el siempre eficiente Arturo Goetz -actor fallecido en julio del año pasado- se luzca otra vez, encarnando al dueño de un taller transformado en cómplice necesario de una situación que ya lleva demasiado tiempo sin resolverse en el país, mientras los políticos y la sociedad miran para otro lado.