Bob Esponja: Un héroe fuera del agua

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

El mundo Bob Esponja vuelve a tener su chance en este tercer largometraje producido por Nickelodeon, una de los estudios de animación para TV más populares del planeta, que cada tanto refresca sus productos dándoles presencia cinematográfica, como Rugrats, por ejemplo.

Bob Esponja fue creado por Stephen Hillenburg en 1999 y se convirtió rápidamente en un fenómeno masivo. Conceptualmente es uno de los tantos herederos de aquél show "ácido y cocainómano" de Ren & Stempy salido de MTV. Trazos gruesos, ojos lisérgicos, timing de stand up (mucho, cortito y al pie), y algunas pinceladas inspiradas en maestros como Tex Avery o Chuck Jones.

La apuesta argumental no es distinta de cualquier episodio. En Fondo de Bikini está todo tranquilo. Bob Esponja está contento en su trabajo como cocinero en El Crustáceo Crujiente, cuyo éxito económico y culinario se debe a la fabulosa y ultra secreta receta de la cangreburguer que todo el mundo come ávidamente. En especial Patricio, cliente fanático.

El dueño de la competencia es Plancton, quien al tener su negocio vacío urde, como siempre, un plan para hacerse de la receta de Don Cangrejo y ser el rey de las comidas rápidas. El problema es que el pirata Barba Burguer (Antonio Banderas) descubre un poder para cambiar la realidad de Fondo de Bikini, y se hace de la preciada lista de ingredientes obligando a Bob y sus amigos a salir del agua (y transformarse en personajes 3D) e interactuar en nuestro mundo.

En este sentido el guión está dividido en dos partes claras, pero sin dejar nunca de lado los gags, bien combinados entre los diálogos y lo visual, en especial todo lo que sucede fuera del agua.

“Bob Esponja: un héroe fuera del agua” se asegura el funcionamiento gracias a no moverse un centímetro de la formula televisiva. Sería como ver un episodio largo de la serie, pero con más acción y producción que la habitual. Es como si los guionistas hubiesen querido tomar poco riesgo en pos de no defraudar a nadie. El resultado es un producto entretenido que refuerza y subraya las virtudes del trabajo en equipo, aunque claramente la moraleja no es la especialidad de Paul Tibbit, director de todos los episodios y de los dos largometrajes anteriores pero, como tampoco es la intención, el espectador podrá ir simplemente a divertirse junto a los chicos.