Blue Velvet Revisited

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Presentado como una meditación o ensayo a partir de TERCIOPELO AZUL, el documental del alemán Braatz se basa en las decenas de horas de material en Super 8 que el propio director filmó en 1985, cuando consiguió que David Lynch le permitiera ingresar con su cámara al rodaje de esa ahora clásica película. A lo largo del filme lo que se observa es el detrás de escena del rodaje, en la mayoría de los casos acompañado por música incidental compuesta para la película por las bandas Tuxedomoon y Cult With No Name.

Pero también hay varias entrevistas realizadas por el entusiasta Braatz, con su acento a la Herzog. En especial a un David Lynch a quien se escucha feliz y satisfecho respecto a lo que está haciendo, apareciendo en cámara más de una vez para dar su opinión. Hay también entrevistas a otros (a Dennis Hopper e Isabella Rossellini, principalmente) en la que hablan del mundo “lynchiano” y de lo que sienten y piensan acerca de la extraña película que saben estar haciendo.

Que las imágenes sean casi siempre en Super 8 le da al filme un carácter nostálgico y poético únicos, lo mismo que las escenas capturadas por el realizador, en especial algunas con Rossellini cantando la canción que da título a la película y otras que no quedaron en el corte final. También impacta, claro, ver al joven y entusiasta Lynch (muy distinto al canoso y un tanto distante que conocemos hoy) hablando de la película, los personajes y el universo que está inventando sin saber el impacto que tendrá en su vida y en el cine de los años ’80.