Blue Valentine

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Y se fue el amor

Como una melodía irresistible, que hace bailar, es el amor. Blue Valentine transmite sentimientos y la crisis de pareja a través de una historia pequeña, de pueblo chico. El director Derek Cianfrance ofrece datos sueltos con una narración en quiebre constante. El paso del tiempo impacta en la relación de Cindy (Michelle Williams) y Dean (Ryan Gosling). La clave está en los flashback que exigen del espectador atención para el seguimiento de la historia. El procedimiento no sólo no distancia, hace el drama tan comprensible en toda su complejidad que es imposible no seguir la curva descendente del amor. El modo de narrar se adapta a la crisis tan profunda que no encuentra palabras. Por eso la fuerza del drama recae en las interpretaciones de la pareja de actores.

Gosling construye los deseos de un hombre sencillo que un día se encuentra con una mujer hermosa. Michelle Williams es la chica que sueña con estudiar medicina y, por lo tanto, salir del pueblo. La atmósfera social y familiar aparece aludida cuando la cámara se detiene en la casa paterna de Cindy; la escuela; la relación con la abuela; el primer trabajo de Dean en una empresa de mudanzas; el embarazo; la presencia de Frankie, la hija; saltos en el tiempo que el espectador sigue con los indicios del peinado o la ropa de los protagonistas. Está claro qué cosas quedaron atrás.
“Siento que los hombres somos más románticos que las mujeres. Ellas buscan al príncipe azul y terminan casadas con el tipo que tiene un buen trabajo”, dice Dean cuando todavía está soltero. La vida lo pone en un lugar que nunca imaginó. También ella debe reacomodar el cuerpo a las circunstancias. Cuando comienza Blue Valentine , la tormenta ya se ha desatado. Hay detalles, muchos, planteados con inteligencia y cuidado por el director.

La película transita momentos muy dramáticos (la escena en el jardín de infantes de Frankie; en el motel; el desenlace), con la cámara cerca de los rostros, pero también, hay pasajes hermosos, como el baile en la vereda; la música en el motel; la propuesta en el metro. Los diálogos van mostrando los corazones agazapados de los dos. Siempre hubo uno que amó menos. Blue Valentine no hace concesiones. El presente de Cindy y Dean es absoluto y el espectador comprende, como si fueran viejos conocidos, el drama que los deja sin melodía.