Blue Jasmine

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Y llegó la semana del estreno anual de Woody Allen, director prolífico si los hay y que hace ya un tiempo largo se ha propuesto esa meta, estrenar un film al año. Esta suerte de maratón, que en verdad muchos agradecemos, lo ha hecho fluctuar, ir y venir, cambiar de género y de registro, y no siempre consiguió películas inolvidables... aunque tampoco cayó en un ningún film espantoso. Este frenesí en la dirección también ha hecho que muchos le perdieran el inmenso respeto que se le tenía a su obra hasta ¿mediados/fines de los ’90? Y ahora se le festeja cuando, entre los varios films promedios logra sacar una gema; por suerte Blue Jasmine es una joya valiosa.
Allen ha sabido siempre trabajar con la estructura de un personaje central sobre el que giran varias historias y personajes periféricos, y este es el caso de Jasmine (Cate Blanchett) un prototipo de manual de mujer de la aristocracia, vida de plástico, lujos y falsedades; está casada con Hal (Alec Baldwin), empresario del rubro inmobiliario. Jasmine mantiene un equilibrio inmóvil a fuerza de negación de lo que pasa delante de sus narices, pero un día alguien/algo patea esa torre de naipes, Hal es descubierto como un estafador supremo y todas sus (muchas) infidelidades matrimoniales también salen a la luz.
Así, Jasmine abandona la dorada Nueva York para instalarse en la mundana San Francisco, en casa de su hermana Ginger (Sally Hawkins) a quien de entrada ya vemos como una antítesis de Jasmine. La lógica diría que Jasmine debería arrancar de cero una vida nueva acorde a sus nuevas necesidades por estar en bancarrota, pero no, las apariencias están primero, y ella se comportará como si nada hubiese ocurrido, llevando su insoportable alta alcurnia a su paso, destilando su veneno con cada uno que la rodea, y sobre todo Ginger será su presa más preciada. Como antagonistas perfectas, cuando la vida de Jasmine comience a mejorar ante la posibilidad de un nuevo amor, la de Ginger por el contrario se derrumbará cada vez más.
Ya lo aclaré antes, cada tanto Woody Allen escribe y dirige estas gemas y pareciera que lo hace para dejar contento al público que despotrica sus films más simples y amenos como A Roma con amor; y esta vez el trabajo pareciera ser recurrir a varios recuerdos de films anteriores, ajenos, y más aún propios. Jasmine y Ginger recuerdan en ciertos momentos a esos personajes creados por Bette Davis y quien le pusieran en frente, con una diferencia, la refinada actitud de Jasmine y que Blanchett capta a la perfección.
En 2004, Allen sorprendió con Melinda, Melinda, y hay algo de eso acá, el personaje femenino que llega a un entorno extraño y lo trastoca, la comedia y el drama.También recurrirá al Woody clásico, al de Manhattan, Esposos y Concubinas, y Annie may con esa mirada aristocrática irónica, satírica, mordaz de su Nueva York natal y contraponerla a una ciudad diferente. La dirección de actores siempre fue su fuerte, y en Blue Jasmine comenzando por una glamorosa Cate Blanchett, y unos magistrales Baldwin y Hawkings bajamos a unos Peter Saarsgard y Bobby Cannavale que no hacen un menor trabajo.
También es fuerte el trabajo de fotografía de Javier Aguirresarobe con distintos matices para cada ambiente. Blue Jasmine viene a demostrar que Woody Allen todavía está lejos de retirarse, que tiene mucha genialidad para entregar, al igual que hace siempre cada tres o cuatro años, el promedio normal de cualquier director.