Blancanieves y el cazador

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

¿Quién es la más linda y poderosa?

Blancanieves no es esta vez una muchacha candorosa y frágil. Nada que ver. Es una especie de Juana de Arco que necesita salvarse para rescatar a su reino, que cayó en manos de una malvada que mató al rey y encerró a Blancanieves en una torre del palacio. Pero el espejito le dice a la terrible reina que deberá cuidarse de esa nena que ya es una linda muchacha. Por eso necesita su sangre: para ganar eterna juventud y de paso, para eliminar una competidora al trono. Esta aventura fantástica descubre el lado oscuro del inmortal cuento y aprovecha a la perfección las posibilidades del cine digital sin empalagar con los efectos. Es una historia atrayente que habla de la belleza, como fuente de poder y de esclavitud; del coraje y la lucha entre el bien y el mal, pero sobre todo nos trae a dos mujeres que se sienten más cautivadas por el trono que por la hermosura. Un filme con algunas idea interesantes, con una Charlize Theron que acierta como la malvada y una Kristen Stewart linda y nada más. El final, que parece anticipar una segunda parte, dice que las que mandan siempre deben dudar. Y que toda reina no deja de preguntarle a su espejito, quién es la más linda y quien manda más. Y esta Blancanieves, encima, deberá despejar una pregunta crucial: ¿con quién me quedo de los dos? ¿Con el noble Willams o con el rústico cazador? Porque una cosa es el gabinete y otra, el corazón.