Blanca como la nieve

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

Basada en el famoso cuento de Blancanieves de los hermanos Grimm, la nueva versión de la actriz y realizadora francesa Anna Fontaine (Las inocentes, Primavera en Normandía, Dos madres perfectas) logra diferenciarse de las múltiples transposiciones llevadas a la gran pantalla. La originalidad del guion escrito conjuntamente con el destacadísimo Pascal Bonitzer y la colaboración de Claire Barré, la aggiorna al presente y le imprime una buena dosis de emancipación femenina, sexo y libertad.

La joven Blancanieves es la bellísima Claire( Lou de Laâge, protagonista de Las inocentes), quien trabaja en el hotel de su padre fallecido, junto a su madrastra Maud (Isabel Huppert), quien la cela profundamente por su belleza. Al saber que su amante (Charles Berling), está enamorado de Claire, hará un plan para deshacerse de ella para siempre. Pero algo falla, y la joven aparece en medio del bosque salvada por un cazador llamado Pierre (Damien Binnard), que la lleva a vivir a su granja junto a su hermano gemelo y a Vincent (Vincent Macaige) un violonchelista solitario. A Claire le gusta su nueva vida y decide quedarse en el pueblo despertando sus propias fantasías y la de sus habitantes. Siete de ellos, caerán rendidos ante su belleza y erotismo, algo que ella comenzará a disfrutar.

Divida en tres secuenciastituladas “Claire”, “Maud” y “Blancanieves”, la historia se va desarrollando con saltos temporales, haciendo foco en cada personaje, e hilvanando los hechos bajo cierta intriga en torno a la venganza. De esa forma, se despliega un entramado narrativo que alterna entre realidad y fantasía con toques de comedia negra.

El relato, en su relación intertextual con el original, propone romper con los modelos y estereotipos sociales establecidos como “normales”, ofreciendo una gama de personajes extraños, donde ninguno responde a los cánones esperables. En ese marco, vemos el proceso de cambio de Claire al llegar a ese pueblo encantado y milagroso. Un lugar, que funciona mágicamente, al despertarle deseos reprimidos en relación al goce, los sentimientos, las amistadaes y la falta de ataduras. Allí, se vuelve una mujer plena, dueña de su cuerpo, y libre para cumplir cualquier capricho de su voluntad.

Para hacerlo se irá relacionando con siete hombres, que emulan, con sus diferencias, a los enanos del cuento original.

Por su parte, el personaje de la fría y cínica madrasta, interpretada por la exiquista Huppert, le imprime los toques de hechizos y maldades novelescas que refieren al bien y el mal con un final aleccionador, ya conocido por todos.

Blanca como la nieve, sorprende como propuesta por la recurrencia a una historia tantas veces contada que, al querer tomar distancia del original, se vuelve confusa y algo despareja. En los primeros quince minutos, no está bien resuelto el salto brusco de una locación a otra, ni la circunstancias que atraviesan los personajes, tan desorientados como el espectador frente a las imágenes. Luego, la dosificación de la información y el devenir de las acciones, van encauzando la historia.

Nominada en el Tribeca Film Festival, en la categoría Best International Narrative Feature; la película es una propuesta entretenida, que reúne un gran elenco, tiene una destacada fotografía de Yves Angelo y, como en sus trabajos anteriores, vuelve a enfatizar el rol de la mujer y la femeneidad, desde un lugar, donde pueda ser ella misma.

BLANCA COMO LA NIEVE
Blanche comme neige. Francia, 2019.
Dirección: Anne Fontaine. Guion: Claire Barré, Anne Fontaine y Pascal Bonitzer (basada en el cuento de: Wilhelm Grimm, Jacob Grimm). Intérpretes: Lou de Laâge, Isabelle Huppert, Charles Berling, Damien Bonnard, Jonathan Cohen, Richard Fréchette, Vincent Macaigne, Pablo Pauly, Benoît Poelvoorde. Fotografía: Yves Angelo/ Música: Bruno Coulais. Duración: 100 minutos.