Blair Witch: La bruja de Blair

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Junto con The Last Broadcast (1998), El proyecto Blair Witch (1999) contribuyó a resucitar a fines de los años ´90 el subgénero de las cintas perdidas, que dentro del cine de terror no se trabajaba desde Holocausto Caníbal, la polémica película de Ruggero Deodato estrenada en 1980.
La historia de la bruja de Blair quedó en el recuerdo como uno de los grandes fenómenos del cine independiente norteamericano que superó todas las expectativas comerciales. Realizada con un presupuesto de 60 mil dólares, la producción de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick recaudó más de 240 millones de dólares y consolidó en la década siguiente este estilo de narración en los relatos de horror.
Sin embargo, pese al enorme éxito que tuvo en los cines, las continuaciones que se hicieron hasta el momento sólo brindaron decepciones. Esta es una franquicia a la que los productores nunca le encontraron la vuelta.
En el 2000 se estrenó ese desastre que fue El libro de las sombras y ahora Blair Wicth resultó otro fiasco que desperdició un concepto interesante.
Aunque la promoción del film vendió la idea que este estreno era una continuación de la película original de 1999, los realizadores la filmaron en secreto con el título de The Woods para evitar los comentarios negativos en internet.
El objetivo era esconder la verdadera naturaleza del proyecto que no es una continuación sino otra remake olvidable de Hollywood.
El director Adam Wingard, quien había hecho un trabajo decente con el slasher Cacería macabra (You are next), en esta ocasión decepcionó por completo con el tratamiento que le dio a esta propuesta.
La película tenía un concepto interesante que se podía haber explotado mejor.
20 años después de los hechos del film original, el hermano de Heather Donahue vuelve a los bosques de Maryland para buscar respuestas sobre la desaparición de la documentalista.
Si bien este es un cliché que se utilizó en varias películas del género, la trama era un disparador decente para explorar y desarrollar con más profundidad la mitología de la bruja de Blair, además de aplicar la tecnología de la actualidad a este tipo de conflicto.
Cuando los protagonistas del film original exploraron los bosques no existía Google, los IPhones ni las redes sociales. Es decir, los productores tenían varias opciones para hacer una película interesante que por lo menos resultara una continuación decente.
Lamentablemente optaron por el camino más fácil y mediocre que es refritar la película original con un reparto diferente.
Una idea que resultó un fiasco por el desgaste que tiene este subgénero en los últimos años y el hecho que los actores que eligieron son malísimos.
La trama está plagada de situaciones estúpidas que no tienen sentido y los personajes nunca logran generar empartía con sus comportamientos.
El director Wingard en ningún momento consigue construir situaciones de tensión y suspenso y todo se desarrolla de un modo muy predecible con trilladas escenas de susto.
El recurso para generan impacto se limita a los clásico efectos de sonido que los realizadores mediocres vienen copiando desde Actividad paranormal.
Por otra parte, el misterio en torno a la bruja quedó en la nada porque el argumento refrita el conflicto original sin aportar ninguna idea adicional.
Tal vez los espectadores más jóvenes que no vieron la película de 1999, ni todas las copias que se hicieron en los últimos 10 años, puedan considerar este bodrio un film de terror.
Caso contrario es una producción que no vale la pena su entrada al cine. Podés esperarla por otras vías que no te perdés nada interesante.